Ecosistemas naturales latinoamericanos, clave frente al cambio climático

21 de noviembre de 2023

Los ecosistemas naturales son una fuente importante de protección y adaptación al cambio climático, ya que contribuyen, entre otros, a moderar eventos climáticos extremos, a regular el clima y a absorber emisiones de carbono. Gracias a su rica naturaleza, América Latina y el Caribe tiene la llave de la sostenibilidad global.

Ecosistemas latinoamericanos, clave frente al cambio climático

América Latina y el Caribe poseen ecosistemas estratégicos transnacionales de enorme relevancia que abarcan la totalidad del territorio regional y están interconectados entre sí y con otros ecosistemas hemisféricos. Proveen servicios ecosistémicos clave para garantizar los medios de vida de sus pobladores y, por lo tanto, su valor económico es muy significativo.

Se calcula que alrededor de un tercio de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero que se necesitan en la próxima década podrían lograrse mejorando la capacidad de la naturaleza para absorber las emisiones. Esta realidad convierte a la región en uno de los actores más relevantes de la acción climática global.

El enfoque ecosistémico promueve la conservación y el uso sostenible de los recursos naturales de manera equitativa, considerando su contexto ecológico, social y económico.

CAF quiere aprovechar la COP28 para poner en valor los ecosistemas estratégicos que caracterizan a la región y que son solución, dedicando especial atención a diez de ellos

La serie “Ecosistema del día” en el Pabellón LAC ofrece un espacio de diálogo dinámico, donde panelistas de alto reconocimiento por su labor y experiencia en el ecosistema, presentarán algunos de sus retos, características, proyectos y oportunidades de estos biomas solución:

  • Páramos: son ecosistemas de alta montaña en los Andes que se caracterizan por su alta biodiversidad y endemismo, pero también por su fragilidad ecológica, son vitales para 85 millones de personas, proveyendo agua a ciudades como Bogotá y Quito. El páramo andino ocupa más de 35.000 km2. Además de su importancia biológica y capacidad para el almacenamiento y la regulación del agua, los páramos también son fundamentales en el comportamiento del clima, el ciclo hidrológico y, por ende, para el desarrollo económico y social de la población.
  • Patagonia: repartida entre Argentina y Chile, cuenta con estepas secas en peligro por incendios y bosques patagónicos húmedos en montañas. La estepa sufre por ganadería, y los bosques, ricos en biodiversidad con 84 especies de mamíferos, están amenazados por especies invasoras. El sur de Chile y Argentina, lo que llamamos Patagonia y la Antártica, son el reservorio mundial para la mitigación de las emisiones de dióxido de carbono. De hecho, la Patagonia chileno-argentina y el océano que circunda el continente antártico, es responsable del 43% de la captación del CO2 antropogénico y del 75% de la incorporación de calor atmosférico en exceso, como consecuencia del calentamiento global.
  • Bosques de Tumbes en el Chocó y Magdalena, Colombia: El bosque seco tumbesino enfrenta amenazas ambientales y sociales. El Chocó, biodiverso y endémico, sufre de deforestación. La cuenca del río Magdalena, vital para Colombia, padece erosión y contaminación, afectando su rica biodiversidad acuática y a la población dependiente. El bosque seco tumbesino es una ecorregión es de gran importancia debido alto valor biológico en flora y fauna. Los bosques secos capturan carbono y pueden ayudar a remediar el calentamiento de la tierra, disminuyen el calentamiento global y estabilizan el cambio climático. Asimismo, el sistema Tumbes, Chocó, Magdalena aporta a que se desarrollen ecosistemas más productivos y cuencas hidrográficas con mayor rendimiento hídrico.
  • Mata Atlántica: originalmente constaba de 130 millones de hectáreas en Brasil, Paraguay y Argentina, pero ahora conserva menos del 10% debido a la deforestación. Reducida a fragmentos dispersos, es uno de los biomas más amenazados del mundo, según la UNESCO. En sus bosques habitan especies emblemáticas como el yaguareté, el tapir, el tamarino león dorado (Brasil), muchas especies de tucanes, entre muchos otros. En tan sólo una hectárea de bosque se puede encontrar alrededor de 450 especies de árboles. Su riqueza biológica es tan variada, conteniendo el 7% de las especies de plantas y el 5% de las especies de animales vertebrados del mundo. Muchas de estas plantas y animales son endémicas. El bosque es uno de los principales pulmones que proveen oxígeno. También ayudan a regular el clima y protegen los suelos, y con su gran diversidad de animales y plantas, dan servicios como la polinización, proveen alimentos, medicamentos, e incluso su importante cobertura vegetal realizan las principales labores para que podamos contar con agua en nuestros acuíferos, arroyos y ríos.
  • Corredor biológico mesoamericano: conecta áreas naturales en Centroamérica y el sur de México, y es crucial para la migración de especies. Hogar de entre el 7 y 10% de las especies terrestres, requiere de la colaboración con comunidades locales para su conservación sostenible. Los corredores biológicos y su conservación son clave para asegurar la vida de una gran variedad de animales, sobre todo de los que están en peligro de extinción. De igual manera al ser áreas protegidas podrían reducir el impacto del cambio climático sobre las plantas. Su efectividad depende de su alcance de altitud, de las temperaturas y la velocidad del cambio climático, y los efectos varían dependiendo de la rapidez con que las especies se pueden mover.
  • Manglares: son vitales para el 70% de los organismos marinos y aportan servicios ecosistémicos valorados en USD 1.600 millones anuales. En América Latina y el Caribe, el 72% están protegidos, superando el promedio global del 42%. Los manglares tienen la capacidad de almacenar más carbono que muchos bosques tropicales. Esto los convierte en verdaderos escudos naturales de protección del medio ambiente, ya que ayudan a mitigar los efectos del cambio climático en la Tierra.
  • Amazonas: alberga entre el 16 y el 20% del agua dulce del planeta y el 25% de su biodiversidad, junto con miles de especies. Está experimentando una rápida deforestación que afecta a todos los países que comparten este bioma. El cambio climático intensifica la pérdida de bosques, alterando el ciclo del agua y amenazando su función vital. El Amazonas juega un papel crucial en la regulación del clima global, debido a que la selva amazónica absorbe grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera, lo que ayuda a reducir la cantidad de gases de efecto invernadero en la atmósfera y a mitigar el cambio climático. De hecho, se estima que el Amazonas absorbe entre el 10% y el 15% de las emisiones anuales de dióxido de carbono del mundo.
  • Corriente de Humboldt: este ecosistema coloca a Perú y Chile entre los 10 mayores productores pesqueros. Provee el 20% de las capturas de peces y alberga 1.000 especies. Su alta productividad atrae pesca industrial y artesanal, actividad petrolera y desarrollo costero. Los productos pesqueros provenientes del ecosistema de la Corriente de Humboldt -en los que se incluye la pesca silvestre, acuicultura y subproductos como harinas y aceites de pescado- son parte importante de las cadenas de valor de todo el mundo y proveen alimento a millones de personas en América del Sur, África y Asia.
  • Gran Chaco y Pantanal: son vitales en América del Sur, ya que albergan biodiversidad única y ofrecen servicios ecosistémicos. El Chaco, gran reserva de carbono, es crucial para las comunidades indígenas. El Pantanal, el humedal de agua dulce más grande del planeta, enfrenta amenazas como la deforestación y la expansión agrícola. Según el Observatorio Pantanal, este ecosistema aporta los servicios ambientales como la regulación del clima, el control biológico y de la fertilidad del suelo, alberga a 53 especies de anfibios, 159 de mamíferos, 98 de reptiles, 656 de aves, 325 de peces, 1.030 de mariposas y más de 3.500 especies de plantas.