Panel 3: Protección social y cuidados

El panel sobre protección social y cuidados destacó que estos son una prioridad económica y social para la autonomía de las mujeres. Se resaltó la importancia de corresponsabilidad masculina, financiamiento adecuado y educación inclusiva, así como de fortalecer la articulación entre Estado y sociedad civil para avanzar hacia una participación laboral más equitativa.

17 de octubre de 2025

El tercer y último panel del día abordó los desafíos en torno a la protección social y los servicios y políticas de cuidados, y exploró cómo articular estas cuestiones con políticas de empleo decente y formación orientadas a aumentar la participación y calidad de la ocupación laboral femenina. A 30 años de Beijing, hay un avance conceptual concreto referido a situar los cuidados como una prioridad no solo social, sino también económica, como la base que sostiene la producción y la autonomía.

El panel fue moderado por Gioconda Herrera, directora de Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Ecuador; y fue integrado por María Cianci Bastidas, de la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE); y Valentina Perrotta, directora de Cuidados del Ministerio de Desarrollo Social de Uruguay (MIDES).

Valentina Perrotta refirió los avances del Sistema de Cuidados de Uruguay, que propició el reconocimiento y profesionalización de los trabajos de cuidado e impulsó mejoras en la calidad y empleo de centros residenciales para primera infancia. En este sentido, señaló que aún es necesario reflexionar sobre el riesgo de reconocer sin distribución, es decir, quedarse en el reconocimiento simbólico de los roles de cuidado que ejercen las mujeres pero sin propiciar la corresponsabilidad masculina.

María Cianci Bastidas destacó la importancia de que la educación debe verse como derecho humano y herramienta transformadora, y no solo como capacitación para el empleo. Señaló como desafíos en este ámbito la insuficiencia de datos desagregados para diseñar políticas públicas, la brecha tecnológica que afecta más a las mujeres, la reproducción de las violencias en los espacios educativos, y el financiamiento deficiente destinado a educación. Hizo un llamado a mirar las múltiples desigualdades estructurales desde una perspectiva multisectorial e intersectorial que considere las realidades de mujeres indígenas, afrodescendientes, privadas de libertad, con discapacidad, así como aquellas que abandonaron su educación por responsabilidades de cuidado o que buscan retomarla.

Es clave seguir evaluando el impacto concreto de los sistemas de cuidado en las vidas de las mujeres, para que las políticas de cuidado también se orienten a que las mismas cuenten con más tiempo a su disposición para formarse e insertarse laboralmente. Resulta urgente tejer redes entre Estado, sociedad civil, academia y sector privado para sostener y escalar estas políticas. La educación debe pensarse como "puerta y ventana" para abrir horizontes y pensar críticamente el mundo.

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