
Edgar Lara
Ejecutivo Principal de la Gerencia de Género, Inclusión y Diversidad de CAF

Los proyectos de vialidad, especialmente las carreteras primarias y secundarias, generalmente tienen como propósito mejorar el acceso a los mercados y la conectividad entre polos de desarrollo; no obstante, poner en valor las necesidades y patrones de movilidad de las mujeres y los hombres, contribuye al diseño de obras viales más equilibradas en lo económico y social, libres de sesgos de género y con acciones de seguridad vial más acotadas a las particularidades de las personas usuarias.
Adicional al impacto de las obras viales en la competitividad de los países, las obras viales facilitan el acceso a actividades y servicios públicos que son fundamentales para el cuidado y desarrollo de capacidades de las personas; en ese sentido, contribuyen a mejorar el bienestar social, pero ese bienestar no es neutral en términos de género, pues existen particularidades entre las mujeres y los hombres en el uso de las vías.
El uso de las vías responde a los patrones de movilidad de las personas, los cuales están marcados por el sexo/género, los viajes de las mujeres se caracterizan por motivos diversos conforme al cuidado del hogar/dependientes y el trabajo remunerado, con distintas paradas, con mayor frecuencia de uso del transporte público y tramos a pie, suelen ir acompañadas de dependientes y cargas como las compras; mientras que el patrón de movilidad de los hombres responde principalmente a motivos laborales o económicos, viajes directos, con menos paradas para atender tareas del hogar o de cuidados y con menor frecuencia de ir acompañados de dependientes, y suelen usar más el automóvil particular. En contextos rurales, los patrones suelen ser similares para hombres y mujeres, pero caracterizados por viajes al área urbana; para las mujeres rurales, además de las actividades de cuidados, la comercialización de productos agrícolas en el área urbana constituye otro motivo de movilidad.
Ante las diferencias de género en los patrones de movilidad, es posible deducir que las medidas de seguridad vial deben ser elaboradas teniendo en cuenta la perspectiva de género en el análisis de los siniestros de tránsito, por ejemplo, en el 73,57% de los accidentes de tránsito en Bolivia el conductor del vehículo protagonista fue hombre, en 4.08% fue mujer y en el 22,35% el sexo no fue identificado; mientras que en términos de fallecidos en siniestros viales, en México el 81,1% fueron hombres y el 18,8% mujeres; por otra parte, los datos sobre las personas lesionadas en Uruguay según el rol que desempeñaban en el tránsito al momento de ocurrir el siniestro, señalan que, si bien los hombres tienen una participación significativa entre los lesionados en calidad de conductor, las mujeres superan a los hombres en el rol de pasajero y peatón.
Ahora bien, qué debemos tener en cuenta al formular un proyecto vial para potenciar los beneficios sociales y de género:
- Actividades de cuidados y económicas: identificar a lo largo de la vía a intervenir las actividades o establecimientos productivos, de trabajo remunerado y comerciales, y los relacionados a los cuidados como centros de salud, escuelas, cuidado o residencia de dependientes, abastos, espacios de recreación, etc.
- Participación en las actividades de cuidados y económicas: determinar la participación o el rol que tienen las mujeres y los hombres que viven a lo largo de la vía en las actividades económicas o remuneradas, así como en las actividades no remuneradas y de cuidados.
- Patrones de movilidad: definir las trayectorias de desplazamiento, frecuencia y secuencia que tienen las mujeres y los hombres a lo largo de la vía a intervenir y a las ciudades destino conectadas por la vía en función de las actividades económicas y de cuidados; además, determinar el uso del transporte público, privado y de carga según sexo.
- Tiempo de viaje: medir el tiempo de viaje promedio por separado de las mujeres y de los hombres a los emplazamientos económicos, de cuidados o servicios públicos a lo largo de la vía a intervenir o en las ciudades destino conectadas por la vía principal.
- Acceso a emplazamientos de cuidados y económicos: conectar y mejorar el acceso a los emplazamientos de cuidados y económicos ubicados en la vía a intervenir, garantizando que sean accesos seguros a fin de prevenir accidentes de tránsito dada la diferencia de género en los patrones de movilidad y en los siniestros.
- Seguridad y educación vial: diseñar e implementar una estrategia de seguridad y educación vial en función (1) de los patrones de movilidad, (2) de la participación de las mujeres y hombres en las actividades y en los emplazamientos de cuidados y económicos ubicados en la vía o ciudad destino, (3) y de la incidencia de los siniestros de tránsito en los hombres y mujeres conforme al rol de conductor, pasajero y peatón.
- Indicadores de género: definir indicadores desagregados según sexo o de género a fin de poner en valor los beneficios respectivos para las mujeres y los hombres.
Los indicadores de vialidad de uso común en los proyectos pueden ser susceptibles a incorporar la perspectiva de las necesidades de las mujeres y hombres como se observa en el siguiente cuadro:
Indicadores generalmente usados en los proyectos viales | Indicadores viales que incorporan la perspectiva de las mujeres y los hombres |
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Finalmente, en función de lo antes expuesto, qué medidas se pueden incluir en un proyecto de vialidad para potenciar los beneficios y oportunidades para las mujeres y los hombres:
- Consultas informadas sobre el proyecto que garanticen la participación, representación y voz de los asentamientos a lo largo de la vía a intervenir, especialmente de las mujeres.
- Encuestas de origen y destino para determinar los patrones de movilidad de las mujeres y hombres que viven en los asentamientos o comunidades ubicadas a lo largo de la vía a intervenir, teniendo en cuenta los accesos a los emplazamientos de cuidados, económicos y servicios públicos aledaños a la vía o en las ciudades destino.
- Soluciones para una movilidad y un acceso seguro (paradas, pasarelas, rampas, semáforos, aceras, pasos peatonales, reductores de velocidad, etc.) conforme a los patrones de movilidad de las mujeres y los hombres a los establecimientos económicos, cuidados o servicios públicos en la vía a intervenir.
- Incorporar en el presupuesto del proyecto los recursos para la conectividad y acceso a los emplazamientos de cuidados (escuelas, centros de salud, abastos, etc.) y económicos (fabricas, parcelas productivas, puertos, etc.) aledaños o inmediatos a la vía a intervenir.
- Diseño e implementación de medidas de seguridad vial (límites de seguridad, campañas de sensibilización, señalizaciones, prevención del consumo de alcohol y drogas, etc.) que atiendan la incidencia de la siniestralidad en los hombres y en las mujeres de manera diferenciada.
- Plan o cursos de educación vial para centros escolares o asentamientos a lo largo de la vía a intervenir.
En la fase de obras, así como en los procesos de licitación, se recomiendan lo siguiente:
- Disposición de un protocolo de actuación para la prevención y atención de casos de violencia de género o acoso sexual contra mujeres empleadas o transeúntes en los frentes o emplazamientos de las obras.
- Jornadas de sensibilización y formación del personal de obra y administrativo en prevención de la violencia y el acoso sexual en el ámbito laboral y comunitario.
- Cursos de capacitación laboral en actividades del sector de la construcción o vial destinados a las mujeres a fin de promover la inserción laboral de estas en un sector con una participación masculina significativa.
- Contratación o cuotas de contratación laboral de mujeres en la fase de obras con el propósito de reducir la brecha de género en materia de empleo en el sector de la construcción o vial.
A manera de recapitulación, los proyectos y obras viales impactan en lo económico en tanto mejoran el acceso a los mercados, el transporte y tiempo de viaje de las mercancías, contribuyen a la reducción de los costos de transporte, facilitan la movilidad de la fuerza de trabajo y consecuentemente se mejora la competitividad de un país o mercado; además, impactan en lo social de manera diferente entre las mujeres y los hombres.
Las carreteras mejoran el acceso y el tiempo a los servicios sociales o de cuidados como escuelas, centros de salud, abastos, recreación, y a ciudades con ofertas más completas de servicios públicos; no obstante, es necesario generar cambios culturales en materia de corresponsabilidad a fin de que los hombres asuman un mayor protagonismo en las tareas de cuidados. Además, los proyectos viales generan oportunidades de empleo, y cuando se introduce la perspectiva de género es posible mejorar la inserción laboral de las mujeres en un sector económico masculinizado.
Por otra parte, una estrategia de seguridad vial que incorpora la perspectiva de género estaría indicando que el diseño de medidas para la prevención de siniestros orientados a conductores requiere centrar la atención en los hombres, mientras que las medidas para pasajeros y peatones requieren un énfasis en las mujeres, así como en los niños, niñas y estudiantes; asimismo, las soluciones para una movilidad y un acceso seguros a los servicios de cuidado ubicados a lo largo de la vía a intervenir repercute en una mayor percepción de bienestar social y seguridad de las personas, especialmente de las mujeres.