Ana María Baiardi
Eddy Marcelin
Cerca del 30% de la población de América Latina y el Caribe se reconoce como étnica. La mayoría viven en centros urbanos (un 80% de los afrolatinos y un 50% de los indígenas), con marcada presencia en barrios pobres, favelas, villas o zonas marginales, y como colectivo ocupan posiciones desfavorables en la mayoría de índices socioeconómicos.
Por ejemplo, el 17% de los ciudadanos que viven en la pobreza extrema son indígenas; el 13% de los afrodescendientes no tienen empleo y continúan siendo 2.5 veces más propensos a vivir en la pobreza extrema (probabilidad que aumenta al 16% cuando es un hogar rural); casi 4,5 millones de mujeres negras trabajan como empleadas domésticas (aproximadamente un 30% del total); y sus ingresos son en promedio un 25% menos que los del resto de la población.
Esta realidad nos demanda encontrar respuestas que logren que las poblaciones éticas desempeñen un papel más sustancioso en el desarrollo productivo, en el crecimiento económico, en la transformación digital, en el emprendimiento, en la generación de empleo y, en definitiva, en todos aquellos desafíos que enfrentan las sociedades modernas.
Las causas estructurales que han generado las condiciones desfavorables en que actualmente viven las poblaciones étnicas no son fáciles de revertir, ni tampoco lograremos solucionarlas sin una colaboración intersectorial entre las entidades gubernamentales, la sociedad civil y el sector multilateral. Este camino pasa por aprender de las experiencias exitosas de otras regiones, amplificar los espacios de discusión y colaboración entre países y fortalecer las instituciones y sus programas.
Hay varias acciones en marcha desde diversos sectores para cerrar la brecha étnica – urbana. En Uruguay, por ejemplo, a través de las cooperativas de mujeres negras (UFAMA) de Montevideo están impulsando el avance de viviendas como respuesta a la problemática habitacional de las familias afrodescendientes. En Brasil, iniciativas de emprendimiento de base tecnológica apoyadas por Google a través de su Black Founder Fund, están dando respuesta a las barreras de discriminación para el acceso a crédito e inversión en iniciativas negras. En Colombia, recientemente nació “Talento Visible” para impulsar la participación de afros e indígenas en posiciones de liderazgo en el sector público y privado.
Desde CAF -banco de desarrollo de América Latina- también estamos aportando nuestro granito de arena. En Colombia estamos trabajando en conjunto con la “Misión Afro Colombia” para formular recomendaciones y propuestas de intervención desde la dimensión económica, la investigación de la oferta ambiental, el conocimiento de la expresión cultural de los afros y su gobernanza e institucionalidad. Una de las áreas más importantes está relacionada con los entornos urbanos, su infraestructura, equipamiento y gobernanza, especialmente en el Pacífico colombiano (Buenaventura, Tumaco y Quibdó). Estas iniciativas serán cruciales para impulsar y promover políticas dirigidas al desarrollo con identidad étnico territorial y superar las brechas históricas que han lastrado las aspiraciones de progreso de las poblaciones afro.
El Fondo Prosperidad Colombia es otra de las acciones encaminadas a cerrar las brechas socioeconómicas de las poblaciones étnico-raciales. Se trata de una facilidad de crédito de 1.200 millones de dólares para impulsar proyectos de desarrollo sostenible en las regiones del Pacífico, el Caribe y los Santanderes. El profesor Jeffrey Sachs recientemente lo consideró como una apuesta innovadora para promover el desarrollo basado en comunidades, argumento que lo motivó a involucrarse en el diseño y acompañamiento de iniciativas sostenibles para municipios afrocolombianos.
Un desafío importante en América Latina y el Caribe es diseñar políticas de planeación territorial con perspectiva urbana que incorporen las nuevas realidades de las poblaciones étnicas, que comprendan su potencial en la sostenibilidad de la vida urbana y que impulsen intervenciones que dignifiquen los entornos de mayor concentración habitacional de las personas afros e indígenas en contextos urbanos.