ODS como marco para la industrialización sostenible de América Latina y el Caribe

Fecha artículo: 09 de julio de 2025

Autor del post - Juan Carlos Elorza

Director de Análisis Técnico y Sectorial, CAF- banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-

A propósito de la realización de la Cuarta Conferencia Internacional del Financiamiento para el Desarrollo, que se celebró en Sevilla entre el 30 de junio y 3 de julio, cabe reflexionar sobre el carácter de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como indicador de éxito en el desarrollo económico y social de los países.

Los ODS no pueden seguir siendo concebidos únicamente como una lista de metas globales estáticas para el año 2030. Para que verdaderamente contribuyan al desarrollo de América Latina y el Caribe, deberán entenderse como un marco referencial dinámico que oriente políticas sectoriales, las decisiones de inversión y las estrategias de innovación en función de las realidades específicas de cada país.

En esta nota, propongo repensar los ODS no como un destino estacionario, sino como una brújula estratégica adaptable que guíe la transformación productiva en la región. Un marco que permita diseñar ecosistemas sectoriales de innovación, promover nuevas alianzas público-privadas e incentivar el desarrollo de industrias con alto valor agregado, fuerte contenido tecnológico y sostenibilidad integrada. Desde su adopción en 2015, los ODS han sido un valioso referente normativo. Han permitido alinear discursos públicos, atraer financiamiento internacional y generar compromisos multisectoriales. Pero, no nos engañemos, su impacto real en la transformación productiva ha sido limitado, en parte porque no han sido interiorizados como una herramienta concreta de planificación económica y desarrollo industrial.

América Latina y el Caribe necesita ahora dar un paso más: integrar los ODS a las estrategias nacionales de desarrollo productivo, utilizándolos no solo como metas, sino como ejes articuladores de clústeres productivos, de políticas de innovación, de mecanismos de financiamiento y marcos regulatorios.

Este nuevo enfoque implica pasar de una visión sectorial fragmentada a una lógica sistémica e integral, donde el desarrollo industrial sea visto como una aspiración concreta que permite alcanzar los objetivos sociales y ambientales contenidos en la Agenda 2030.

Convertir los ODS en palancas de desarrollo industrial exige vincularlos con políticas activas de fomento productivo. Esto se traduce fundamentalmente en el diseño de ecosistemas de innovación orientados por los desafíos que plantean los propios ODS, y adaptados a las capacidades y oportunidades de cada territorio.

Las urgentes transformaciones en los patrones de producción y consumo que demanda la agenda del desarrollo sostenible exigen acelerar los esfuerzos en favor de una mayor inversión en innovación productiva. Además, los países más exitosos en la transformación de sus economías han apostado por ecosistemas de innovación sectorial, espacios donde confluyen empresas, instituciones públicas y privadas, universidades, centros de investigación y capital de riesgo para crear soluciones productivas en torno a desafíos compartidos.

Los ODS, que recogen desafíos globales, pero también locales, pueden actuar como ejes temáticos y estratégicos para orientar estos ecosistemas, sirviendo como punto de encuentro para actores públicos y privados. Por ejemplo:

  • ODS 7 (Energía asequible y no contaminante) puede guiar un ecosistema de innovación en torno a energías renovables, almacenamiento de baterías y redes inteligentes y productos para adaptar el consumo a las nuevas fuentes de energía.
  • ODS 12 (Producción y consumo responsables) puede impulsar el desarrollo de cadenas de valor con un alto contenido de procesos circulares en sectores como alimentos, textiles o construcción.
  • ODS 3 y 9 (Salud e industria innovadora) ofrecen una base para fortalecer la industria farmacéutica local mediante biotecnología y manufactura avanzada.

Este enfoque sectorial y colaborativo no solo favorece la innovación, sino que permite cerrar brechas históricas de productividad en América Latina. Según la CEPAL, la productividad laboral en la región es apenas el 40% del promedio de los países desarrollados, y gran parte de esta brecha se debe a la baja densidad tecnológica y la limitada sofisticación en la producción industrial.

Por supuesto, la activación de estos ecosistemas requiere más que buenas intenciones. Se necesita una arquitectura institucional y política que incentive el riesgo de la innovación, estimule la inversión y acelere el escalamiento de soluciones. Aquí, los ODS pueden ser usados como una herramienta para reconfigurar los marcos normativos y los paquetes de incentivos públicos.

Algunos ejemplos de políticas que pueden estructurarse bajo el paraguas de los ODS incluyen:

  • Subvenciones o incentivos tributarios condicionados a impacto en ODS, dirigidos a empresas que innoven en energías limpias, reciclaje, inclusión laboral o agricultura resiliente, entre otros.
  • Bonos de sostenibilidad sectoriales, emitidos por gobiernos o bancos de desarrollo para financiar clústeres productivos verdes o programas de reconversión industrial.
  • Zonas Francas industriales sostenibles, con beneficios fiscales para industrias que operen bajo principios de economía circular o bajas emisiones.
  • Compra pública innovadora, orientada a soluciones que cumplan con criterios de impacto alineados con los ODS.

Además, organismos multilaterales como CAF, pueden jugar un rol clave canalizando financiamiento híbrido (blended finance) hacia estas iniciativas, combinando capital público, garantías y fondos de inversión privada. Según datos de la OCDE, en América Latina menos del 15% de la inversión en I+D proviene del sector privado, lo cual subraya la necesidad de crear mercados e incentivos para movilizar capital empresarial hacia la innovación productiva.

La región tiene condiciones favorables para liderar esta nueva agenda de desarrollo productivo basado en innovación orientada por los ODS:

  • Una importante riqueza natural: América Latina alberga el 31% del agua dulce del planeta, el 50% de la biodiversidad mundial y grandes reservas de litio, cobre y tierras raras, claves para la transición energética (ODS 7 y 13).
  • Juventud emprendedora: Más del 50% de la población es menor de 30 años y la región ha visto un auge de startups en energía, fintech, agrotech y salud, pero también en otros modelos de negocio muy adaptados a las necesidades locales.
  • Demanda interna insatisfecha: Hay un enorme espacio para generar innovación orientada al cierre de brechas en educación, salud, vivienda o infraestructura básica (ODS 4, 3, 11), lo que ofrece un importante mercado doméstico para empresas innovadoras.

Pero, lo que está en juego no es menor. La actual coyuntura internacional de poli-crisis (tensiones geopolíticas, digitalización acelerada y crisis climática) obliga a repensar la forma en que producimos, invertimos y generamos valor. Es cierto que los ODS ofrecen un marco de legitimidad y coherencia para impulsar esta transición. Sin embargo, para que ese potencial se concrete, la región necesita avanzar hacia un nuevo contrato productivo, que reemplace las dinámicas extractivas y rentistas por modelos colaborativos, innovadores y sostenibles. Esto requiere liderazgo político, visión empresarial, financiamiento inteligente y una ciudadanía activa. El reto es inmenso.

Los ODS no son solo una agenda de desarrollo; son una oportunidad histórica para transformar la estructura productiva de América Latina y el Caribe. A través de su adopción como ejes estratégicos de políticas industriales e incentivos de innovación, pueden generar ecosistemas dinámicos donde el sector público y el privado trabajen juntos para resolver problemas reales, crear empleo de calidad y posicionar a la región como un actor relevante en la economía del futuro.

Juan Carlos Elorza

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Juan Carlos Elorza

Director de Análisis Técnico y Sectorial, CAF- banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-

Economista de la Universidad de los Andes, con una larga trayectoria en materia de política comercial, integración económica y negociación de acuerdos comerciales internacionales, tanto en el sector público como privado. Experiencia en el diseño de políticas con énfasis en comercio exterior y competitividad. Trabajó como Gerente de Política Agrícola, Ambiental y de Tierras en el Proyecto MIDAS en Bogotá. A nivel internacional, se desempeñó como Consultor Principal en el International Trade Centre y la Secretaría de Estado de Asuntos Económicos de Suiza (SECO) en Lima, Perú.

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