Federico Vignati
Ejecutivo Principal de la Vicepresidencia del Sector Privado en CAF
Desde el 30 de diciembre de 2024, las grandes y medianas empresas exportadoras de productos agroindustriales hacia la Unión Europea (UR) están obligadas a cumplir con la nueva regulación climática EUDR (Reglamento de la Unión Europea sobre Productos Libres de Deforestación) que prohíbe el ingreso de productos como soja, café, cacao, carne bovina, aceite de palma, madera y caucho —así como sus derivados— cuando estén vinculados a la deforestación.
A partir de junio de 2026, esta exigencia se extenderá también a las microempresas. La norma, parte central del Pacto Verde Europeo, busca garantizar que los productos consumidos por los ciudadanos europeos no estén asociados con la destrucción de bosques a nivel global. Esta transformación regulatoria, tendrá efectos relevantes sobre la competitividad agroindustrial de América Latina y el Caribe (QLC), pudiendo impactar otras industrias asociadas.
En 2022, las exportaciones totales de ALC hacia la UE superaron los 157.000 millones de dólares. De ese total, cerca de 53.000 millones corresponden al sector de los agronegocios, incluyendo productos agrícolas, forestales y sus derivados. Dentro de este segmento, al menos 32.000 millones —más del 60 %— están vinculados a las siete cadenas reguladas por la EUDR. Esta proporción implica que más de la mitad de sus agroexportaciones— deberán cumplir con nuevos estándares de trazabilidad, legalidad y libre deforestación para conservar su acceso al mercado.
Productos emblemáticos ilustran la magnitud del desafío. Por ejemplo, el cacao, países como Colombia, Ecuador, Perú y República Dominicana, exportaron cerca de $2.600 millones de dólares en 2022 entre granos, manteca, pasta y productos terminados. Brasil y México se destacaron en sus exportaciones de madera, con tableros, muebles, papel y cartón sumando cerca de 4.000 millones de dólares ese mismo año. Y en café, Colombia, Brasil, Honduras y Perú realizaron ventas de cerca de 7.000 millones, incluyendo desde el grano verde hasta productos industriales y gourmet.
Las empresas, tienen un importante trabajo de adaptación, inclusive la posibilidad dirigir sus exportaciones a otros mercados. Resulta importante, sin embargo, comprender que esta regulación de ¨clima y competitividad¨ es una obligación emergente del comercio internacional, y que, por motivos tan diversos, desde el cumplimiento de obligaciones del Acuerdo de Paris, hasta la exigencia de consumidores, no importa el ángulo, la producción libre de deforestación, era una tarea pendiente.
A pesar de relativamente compleja en su implementación, los requerimientos de la UE están bien delimitados, son básicamente 3: (i) trazabilidad geográfica que permita identificar con precisión el origen del producto; (ii) verificación de la legalidad de su producción conforme a las leyes del país de origen; y (iii) evaluación de riesgos y medidas de mitigación que asegure que no hay vínculo presente o futuro con áreas deforestadas.
Vale la pena destacar, sin embargo, que existen compromisos pendientes también por parte de la UE que requieren ser atendidos. Algunos ejemplos son, la falta de consenso frente a un sistema digital único para la declaración de diligencia debida, así como, la ausencia de la clasificación de países según riesgo de deforestación, permitiendo diferentes grados de intensidad en la presentación de documentación. Todavía en este mismo contexto, y con base a la experiencia acumulada, se hace cada vez más evidente, la necesidad que la UE reconozca certificaciones y plataformas que ya existen en los países productores, evitando la duplicidad de procesos burocráticos y costos de transacción adicionales, este es un factor crítico.
Para que las pymes puedan mantener su liderazgo agroexportador frente a la creciente regulación climática, deberán adaptarse rápidamente a los nuevos tiempos de clima y competitividad. Donde la agenda climática deja de ser un aspecto ambiental y/o de sostenibilidad y se materializa de forma concreta como un nuevo elemento de competitividad industrial.
Sin embargo, hay que reconocer también, que más allá del esfuerzo empresarial individual, el éxito colectivo está arraigado a la colaboración entre gobiernos y la UE, buscando poner en práctica un marco de cumplimiento justo y alineado con las realidades del Sur Global.
Desde el Observatorio ILACC de Clima y Competitividad de la VSP, informamos al sector privado sobre regulaciones y oportunidades asociadas a estos cambios que afectan el crecimiento sostenible del sector privado.
