Gobernar las ciudades: el rol de los centros de gobierno y las unidades de cumplimiento (delivery units)
En los últimos años, el interés por ampliar la capacidad de delivery está en boga entre los gobiernos de América Latina.
Varios presidentes han conformado “unidades de cumplimiento” o “unidades de entrega” para apoyar el logro de sus objetivos prioritarios. Y hay experiencias positivas a destacar.Sin embargo, en el nivel nacional los objetivos económicos y sociales no dependen sólo de lo que haga el gobierno.
Hay factores que exceden el control gubernamental que pueden alterar cualquier planificación del cumplimiento. Por ejemplo, el precio internacional de los commodities, las tasas de interés en Estados Unidos, la actividad económica en China, entre otros. De hecho, esos factores externos suelen ser más influyentes en la popularidad presidencial que sus propias decisiones de política pública.
En cambio, en el tipo de objetivos que se fijan los gobiernos locales parece existir un control más directo sobre las cadenas de cumplimiento. En términos de un estudio clásico sobre administración pública, los gobiernos municipales tienen una proporción mayor de “organizaciones de producción”: aquellas enfocadas a producir bienes o servicios más claramente medibles y atribuibles a su propia acción. Juzgar la política macroeconómica puede ser difícil, pero saber si las calles están limpias, los parques son seguros y el transporte público es puntual, resulta más sencillo. Tales evaluaciones suelen depender menos, a su vez, de las valoraciones ideológicas que haga cada ciudadano.
Por eso la capacidad de delivery resulta fundamental en los niveles subnacionales de gobierno. En el nivel estadual o provincial existen casos en América Latina como el de Pernambuco, Brasil, con una experiencia documentada y resultados destacados en seguridad ciudadana y desempeño educativo. A nivel de ciudades, no existía en la región hasta ahora un análisis sobre prácticas de delivery.
El estudio “Gobernar las ciudades: el rol de los centros de gobierno y las unidades de cumplimiento (delivery units)” busca cubrir esa brecha. Describe la experiencia de seis ciudades latinoamericanas (Buenos Aires, Cali, Niteroi, Osasco, Recife y Río de Janeiro) con prácticas relevantes de mejora del cumplimiento, analizándolas en perspectiva comparada con los modelos de Delivery Unit (como en el Reino Unido) y de “PerformanceStat” en ciudades estadounidenses.
En general, estas unidades se ubican institucionalmente en el centro de gobierno, reportando directamente al alcalde o a su jefe de gabinete (o similar) Trabajan con los ministerios sectoriales para establecer metas relevantes para el período de gobierno, con indicadores claramente definidos. Seguidamente, coordinan instancias de monitoreo de los avances mediante reuniones de revisión de datos y toma de decisiones. Estas stocktakes son el instrumento principal para asegurar el foco en las metas priorizadas por el Alcalde.
En varias ciudades brasileñas, parte importante del énfasis se ha puesto en aumentar la capacidad de ejecución de obras de infraestructura, mediante las “oficinas de gestión de proyectos” que utilizan metodologías habituales de project management para centralizar y estandarizar el monitoreo de las obras implementadas por distintas dependencias del gobierno municipal.
Pocos casos utilizan el monitoreo ciudadano como una fuente adicional de presión para motivar el cumplimiento de las metas. Buenos Aires, con un dashboard online y frecuentes actividades de rendición de cuentas del alcalde sobre los compromisos de gobierno, es el que más énfasis ha colocado en este aspecto del modelo de delivery.
El estudio concluye con recomendaciones para las ciudades interesadas en ampliar sus capacidades de cumplimiento. Si bien la experiencia latinoamericana es incipiente, existe una hoja de ruta probada a nivel internacional.
Evaluar de modo estricto los impactos de cualquier reforma gerencial es difícil, pero existe evidencia experimental o cuasi-experimental sobre las virtudes de estos modelos en el desempeño de los gobiernos y en la generación de confianza ciudadana. Por eso, parecen una opción prometedora para gobiernos locales latinoamericanos con responsabilidades y exigencias crecientes.