Lista de verificación para enfrentar una crisis sanitaria

23 de noviembre de 2022

La pandemia producida por el virus SARS CoV-2, causante de la COVID-19, parece dar sus últimos suspiros; sin embargo, aún es -o debería serlo- causa de preocupación, debido a su capacidad de mutar y a su potencialidad de causar daño, particularmente en grupos de riesgo. Por otra parte, sus mecanismos de afectación orgánica, aún se encuentran en proceso de ser descifrados.

La estela de la pandemia es evidente y ha marcado, a fuego, el corazón de muchas personas, sobre todo el de las que perdieron seres queridos, a veces más de uno. En esta línea, casi un 20% de personas que padecieron COVID-19 -es decir, unos cien millones de personas-, experimentan síntomas de COVID prolongado (long COVID), que llegan a comprometer la calidad de vida.

De manera veloz, el mundo retoma su vida habitual, con sus problemas y conflictos, sus luces y sombras y la lucha diaria por sobrevivir de la enorme mayoría de la población, se hace cada vez más imperiosa. Esta recuperada “normalidad” es muy pre-2020, tanto que parece que la pandemia no ocurrió y fue una pesadilla que ya pasó.

A veces, la memoria es selectiva y coloca en el fondo del baúl de los recuerdos experiencias traumáticas; al fin, esto puede servir como un mecanismo de defensa.

El asunto de la “nueva normalidad”, que se comentaba sobre todo el 2021, relacionado con una nueva manera de enfrentar la rutina, aplicando algunas medidas sanitarias, no fue más que eso, un comentario.

Pero la realidad, o al menos una aproximación a ella, está ahí, inocultable. Hasta mediados de noviembre 2021, la región de Latinoamérica y el Caribe contribuyó con alrededor del 14% de los casi 630 millones de casos acumulados y confirmados (con laboratorio) en el globo y con el 27% de los aproximadamente 6,6 millones de defunciones.

Los datos referidos al exceso de mortalidad durante los últimos años, tomando como referencia patrones de mortalidad prepandemia, muestran incrementos temporales que fácilmente superan el 100%, sobre todo en los países de ingresos medio-bajos.

Probablemente, uno de los indicadores que refleja la calidad de respuesta de los países frente a este evento, es la cobertura de la vacunación anti-COVID-19. Si bien hay países que se destacaron por coberturas elevadas, como consecuencia de una serie de acciones efectivas; otros, apenas superaron el 50% de la vacunación con dosis completas del esquema inicial y el 20% de cobertura de la dosis de refuerzo.

Sin ánimo de hacer un recuento demasiado amplio y meticuloso y, más bien, enfatizar en algunos temas puntuales relacionados con el sistema de salud, la siguiente lista (de verificación) podría ser de utilidad para que las personas que toman decisiones en los países reflexionen sobre lo ocurrido y que la siguiente crisis sanitaria, nos encuentre mejor preparados.

Ítem

Formación y desarrollo de recursos humanos para la salud y estabilidad funcionaria

(para la atención, promoción, gestión y comunicación)

 

Actualización del sistema de vigilancia epidemiológica

(alertas tempranas, uso de  TICs, capacidad de respuesta optimizada)

 

Adecuación de los sistemas de información para la salud

(hacia el un sistema de información nominal e interoperable)

 

Financiamiento para la salud

(al menos 6% del PIB y partidas presupuestarias extraordinarias para emergencias identificadas)

 

Funcionalidad de las redes de salud
(infraestructura y equipamiento, comunicación, funcionalidad y capacidad resolutiva para asegurar el continuo de atención)

 

Red de laboratorios funcional

(recursos humanos calificados, equipamiento actualizado, laboratorio de referencia acreditado)

 

Estrategias de información, educación y comunicación de riesgo

(participación social para la promoción de la salud, prevención de enfermedades y prácticas saludables)

 

Desarrollo de telesalud

(internet para la red, capacitación de recursos humanos, equipamiento, monitoreo)

 

Mecanismos que aseguren acceso a vacunas, insumos esenciales  y equipamiento

(fondo rotatorio, fondo estratégico, etc.)

 

Políticas y mecanismos de protección social revisadas

(asegurar que los servicios básicos, de salud, nutrición y educación se mantengan en situaciones de emergencia)

 

 

Estas acciones, sectoriales, requieren de una continua abogacía y coordinación con otros sectores y con recursos técnicos disponibles en el país.

Las políticas y mecanismos de protección social deberían ser discutidos de manera amplia y en base a la evidencia y el rol del sector salud es relevante.

Sería muy provechoso que los/as tomadores de decisiones hagan una pausa que permita revisar y reflexionar sobre las lecciones de la pandemia, de manera sistemática y tomando en cuenta sus distintas dimensiones. No podemos cometer los mismos errores, debemos estar mejor preparados, siendo conscientes que la humanidad ha ingresado en uno de los momentos de mayor riesgo para padecer crisis sanitarias, como consecuencia de nuestras propias acciones.

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Autores:
Dilberth Cordero Valdivia
Dilberth Cordero Valdivia

Ejecutivo Principal, Dirección de Proyectos de Desarrollo Social