Más allá del CO2: desafíos y oportunidades del metano en América Latina y el Caribe
19 de enero de 2024
El metano es el segundo gas de efecto invernadero (GEI) más importante en cantidad de emisiones después del dióxido de carbono (CO2), tanto en el mundo como en América Latina y el Caribe. En la región, las emisiones de metano han aumentado durante los últimos cincuenta años, tanto en términos absolutos como relativo a los otros gases, hasta representar un 23 % de las emisiones totales en 2019.
Aunque el metano tiene una vida atmosférica corta, su impacto en el calentamiento global es considerable, siendo unas 27-30 veces mayor que el del CO2 a lo largo de 100 años. Por otro lado, el metano es precursor del ozono troposférico, que resulta tóxico tanto para los seres humanos como para las plantas (RED, 2023). Esto significa que las emisiones de metano afectan la calidad del aire y el rendimiento de los cultivos a través de la contaminación atmosférica. Por lo tanto, disminuir las emisiones de este gas es una estrategia clave que permitiría reducir relativamente rápido los índices de calentamiento global y al mismo tiempo traería beneficios para la salud pública y la productividad agrícola.
El 60 % de las emisiones de metano son producto de las actividades humanas, mientras que el otro 40 % procede de fuentes naturales, como los cuerpos de agua dulce (humedales, lagos y ríos), las liberaciones geológicas, los animales salvajes, las termitas y el permafrost (RED, 2023).
¿Cuáles son las principales actividades humanas que liberan metano a la atmósfera en América Latina y el Caribe? Como se observa en la siguiente figura, el 55 % de las emisiones antropogénicas de metano en la región proviene de la ganadería, mientras que otras prácticas agropecuarias como el cultivo de arroz, la gestión del estiércol y la quema de biomasa explican, en conjunto, otro 5 % más. La gestión de los residuos industriales, por su parte, genera el 26 % de las emisiones de metano, mientras que las emisiones fugitivas de gas y petróleo del sector de suministro de energía explican otro 11 %.
Dada la mayor importancia del sector agropecuario en la estructura productiva de la región, esta composición sectorial de las emisiones explica por qué las emisiones de metano tienen un mayor peso que en los países más desarrollados, en los que apenas representaban el 13 % de las emisiones totales en 2019. A su vez, los principales cinco emisores de metano en América Latina y el Caribe son Brasil, México, Argentina, Colombia y Venezuela.
El compromiso continuo de América Latina y el Caribe en la reducción de emisiones de metano se ha reafirmado a través del respaldo a iniciativas como el Global Methane Pledge. Los participantes aceptan tomar acciones voluntarias para contribuir a un esfuerzo colectivo para reducir las emisiones globales de metano al menos un 30 % de los niveles de 2020 para el año 2030. Esto último podría eliminar más de 0,2°C de calentamiento global para 2050 (GMP, 2023). No obstante, en general, la región se enfrenta a la necesidad de recursos, tecnologías y políticas más sólidas para alcanzar sus metas de reducción de emisiones de metano.
En la actualidad existen soluciones tecnológicas que permitirían disminuir las emisiones de metano de origen antropogénico a la mitad en una década y con costos relativamente bajos (Ocko et al., 2021). Estas incluyen, por ejemplo, cambios en las prácticas agrícolas, la reducción de las emisiones fugitivas en las industrias de petróleo y gas o la captura de las emisiones de metano de los vertederos. La utilización de estas tecnologías podría ayudar a controlar el incremento de las temperaturas en los años venideros, moderando la necesidad de adaptación de los ecosistemas y las personas al cambio climático.
Dentro de la agricultura existen técnicas con un potencial de mitigación en metano y posibles externalidades positivas tanto en productividad como en protección ambiental. La calidad y composición de los alimentos que se dan a los animales, en particular aquellos que incrementan la utilización de energía en el metabolismo, tienen efectos significativos en las emisiones de metano. Agregar lípidos a su dieta aumenta la energía que obtienen de la comida y reduce la cantidad de metano que emiten al digerirla. En cuanto al manejo del estiércol, cambiar la forma en que se almacena puede ayudar a reducir las emisiones de metano. Guardarlo en lugares fríos y abiertos, capturar el metano y quemarlo, o convertir el estiércol en compost son prácticas efectivas. Sin embargo, a pesar de ser rentables, la adopción de estas técnicas se ha visto limitada por problemas de acceso al crédito, incertidumbre y falta de información (RED, 2023). De esta forma, las políticas que podrían implementarse para impulsar estas acciones en el sector agrícola son principalmente de financiamiento, información y educación.
Daniela Goyheix
Economista Investigadora en CAF - Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe
Pablo Brassiolo
Economista Principal, CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-
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