Revista Visiones del Desarrollo · Edición 01

Revista Visiones del Desarrollo · Edición 01

La revista Visiones del desarrollo es un proyecto desarrollado por CAF ―banco de desarrollo de América Latina y el Caribe― y la Casa Editorial EL TIEMPO en asocio con la Agencia de Contenido Especial (ACE), que analiza los retos del desarrollo global desde una óptica latinoamericana y caribeña.

UN NUEVO ESPACIO PARA REFLEXIONAR Y DIALOGAR

"Visiones del Desarrollo es una respuesta a la necesidad de reposicionar a América Latina y el Caribe en el mundo. Invitamos a académicos, líderes sociales, empresarios y a toda la comunidad internacional a sumarse a esta iniciativa, contribuyendo con sus perspectivas y conocimientos para construir juntos un futuro más próspero para América Latina y el Caribe”

 

Sergio Díaz-Granados
Presidente Ejecutivo de CAF

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“América Latina y el Caribe tiene el capital más valioso”

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CIFRAS

USD 1,47 billones

sumaron las exportaciones de bienes latinoamericanos y caribeños

en 2024

64%

es el índice de generación a partir de fuentes renovables

con el que cerró la región en 2024

172 millones de personas

viven en la pobreza

en América Latina y el Caribe

43,2%

es la probabilidad promedio de sustitución tecnológica en

en los sectores de administración pública y defensa en América Latina

PUNTO DE VISTA

Un futuro desafiante pero prometedor

Por:

Verónica Frisancho, Gerenta de Conocimiento de CAF

Reinier Schlisser, Economista Principal de CAF

*

Estimaciones de CAF indican que el crecimiento económico de la región en 2025 podría llegar a representar un 2,5%, en línea con el crecimiento potencial de largo plazo. Las políticas de la nueva administración de Estados Unidos generan interrogantes.

La pandemia del covid-19 dejó profundas secuelas en América Latina y el Caribe (LAC). Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), LAC fue la región más afectada por el coronavirus en términos de mortalidad per cápita. Tras varios años de bajo crecimiento, la pandemia tuvo un impacto profundo en la región reflejado en una contracción del PIB del 6,9% en 2020, una masiva pérdida de empleos (estimada en 26 millones) y el aumento de los niveles de pobreza y desigualdad.

La pandemia nos enfrentó a retos sin precedentes, pero también nos dejó lecciones fundamentales que debemos convertir en acción para construir un futuro más resiliente, inclusivo y sostenible. Después de un año más de desaceleración económica en la región, el 2024, es un buen momento para reflexionar y repensar una senda de crecimiento y desarrollo.

 

La pandemia expuso el talón de Aquiles de la región: la informalidad. Cerca de la mitad de la población trabajadora en LAC estaba empleada en el sector informal en el 2020. La paralización de la actividad económica expuso la vulnerabilidad de millones de trabajadores sin acceso a protección social ni redes de seguridad financiera. Peor aún, la pandemia generó un desplazamiento a trabajos más precarios y el incremento en la tasa de informalidad. Actualmente, el 52% del empleo total es informal, muy por encima de la tasa del 13% en los países de ingresos altos (OIT, 2023).

La pandemia también puso de manifiesto la importancia del espacio fiscal. Los países que habían manejado sus finanzas públicas de manera prudente contaron con mayor capacidad para desplegar paquetes de ayuda, sostener los ingresos de los más vulnerables y mantener a flote sus economías. Brasil, por ejemplo, tuvo la capacidad fiscal para implementar un amplio programa de transferencias monetarias directas que logró reducir la tasa de pobreza extrema de 10,8% en 2019 a 4,5% en 2020, contrastando con el aumento observado en la mayoría de los países de la región (OIT, 2021).

En el contexto de la emergencia sanitaria y consiguiente crisis económica, las instituciones monetarias sólidas demostraron ser un pilar esencial para garantizar la estabilidad económica y la confianza en el sistema financiero. Bancos centrales independientes y bien gestionados lograron implementar políticas monetarias expansivas sin comprometer la estabilidad a largo plazo. Esto facilitó una rápida reacción de las economías a los estímulos fiscales y monetarios, mitigando los impactos más severos de la crisis y sentando las bases para una recuperación rápida.

Vale la pena destacar el alto grado de resiliencia que mostraron las economías de la región en la pospandemia. A pesar de las profundas caídas iniciales, los estímulos implementados evitaron daños estructurales permanentes en la mayoría de los países, permitiendo que el crecimiento retomara una senda positiva en los años posteriores. Sin embargo, queda pendiente la tarea de transformar la recuperación en crecimiento sostenido y de retomar el progreso en el cierre de las brechas sociales y económicas.

El 2024 fue un año de desaceleración para la región. CAF ―banco de desarrollo de América Latina y el Caribe― proyecta un crecimiento regional de apenas 1,7%, explicado por factores tanto internos como externos.

En el ámbito interno, la región enfrentó los efectos de eventos de origen climático: tormentas que afectaron a algunas de las economías en el Caribe, así como sequías que afectaron la producción hidroeléctrica en la región andina e inundaciones que impactaron a zonas agrícolas en el resto de Suramérica. Adicionalmente, la pérdida de espacio fiscal como consecuencia de la pandemia impulsó el recorte del gasto en algunas economías de la región, lo que resultó en un menor crecimiento.

En el ámbito externo, LAC ha enfrentado condiciones globales menos favorables. La desaceleración económica de China, principal socio comercial de la mayoría de las economías suramericanas, ha impactado los precios de los commodities y ha perjudicado especialmente a los exportadores de hidrocarburos y productos agrícolas. Además, las tasas de interés globales continúan siendo elevadas, afectando el costo del financiamiento y aumentando las presiones sobre los países más endeudados.

A pesar de los desafíos actuales, el panorama para el 2025 es más alentador. Estimaciones de CAF indican que el crecimiento económico de la región podría llegar a representar un 2,5%, en línea con el crecimiento potencial de largo plazo. Este repunte estaría impulsado por varios factores:

▸ La recuperación de economías clave: Se proyecta que países como Argentina y Ecuador experimenten una mejora significativa, lo que contribuirá al dinamismo regional.

▸ Condiciones monetarias más favorables: El inicio del proceso de normalización monetaria en las principales economías globales y la continuación del proceso de relajación de las políticas monetarias de la mayoría de los principales bancos centrales de la región podrían aliviar las presiones financieras y fomentar la inversión y el consumo.

▸ Un entorno externo más estable: Aunque los riesgos persisten, una posible estabilización en los mercados de commodities y una mayor adaptación de las economías al nuevo contexto global podrían apoyar el crecimiento.

A pesar de este horizonte positivo, América Latina debe gestionar tres riesgos que podrían poner en peligro la recuperación.

1. Nueva política comercial y migratoria de la administración Trump:
Las políticas comerciales proteccionistas y la implementación del plan de deportaciones masivas desde Estados Unidos representan un hecho significativo para México y Centroamérica, regiones altamente integradas a la economía de los Estados Unidos a través del comercio y de los flujos migratorios. En el caso de México, las tensiones en torno a los aranceles tienen en vilo un intercambio comercial de más de 839.000 millones de dólares y podrían llevar a la economía mexicana a un escenario cercano a la recesión. Se espera que las negociaciones entre los gobiernos de ambos países logren evitarlo.

2. Tasas de interés más elevadas por mayor tiempo:
Los países con altos niveles de deuda, vencimientos a corto plazo y una fuerte integración financiera podrían enfrentar mayores dificultades para refinanciar las obligaciones tanto del sector público como privado, aumentando su vulnerabilidad y reduciendo el espacio disponible para otros gastos con impacto sobre la actividad doméstica.

3. Caída en los precios de los commodities:
Una mayor desaceleración de China podría impactar negativamente a los exportadores de hidrocarburos y productos agrícolas suramericanos, lo que afectaría sus ingresos fiscales y su balanza comercial. La prudencia fiscal y la flexibilidad en los regímenes monetarios y cambiarios, así como reducir las rigideces en los mercados laborales, será crucial para mitigar el impacto que estos riesgos podrían tener sobre las economías de la región.

Aunque los desafíos son considerables, América Latina tiene la capacidad de transformar su futuro. Para lograrlo, debemos aspirar a tasas de crecimiento más elevadas, no solo para reducir la pobreza y la exclusión, sino también para garantizar la sostenibilidad fiscal y la viabilidad de nuestros sistemas de previsión social.

El crecimiento económico debe estar acompañado de ganancias de productividad y una mayor formalización de nuestras economías. En este contexto, la transformación digital jugará un papel central. Al complementar las habilidades de la fuerza laboral, la digitalización puede potenciar la productividad y abrir la puerta a la formalización, especialmente en los servicios no transables. Este cambio en la política industrial hacia los servicios resulta crucial en contexto con un acelerado crecimiento de la tasa de dependencia que eleva la demanda por servicios de cuidado, salud y bienestar.

Además, la transición energética representa una oportunidad única para la región. América Latina cuenta con una de las mayores riquezas naturales del mundo, que puede ser aprovechada de manera sostenible para generar crecimiento económico.

La biodiversidad y los ecosistemas de la región tienen un enorme potencial en sectores como la agroindustria, la biotecnología y el turismo. Por su parte, la generación de energías limpias y el energyshoring pueden atraer inversiones y mejorar nuestra competitividad.

La digitalización puede ayudar a potenciar también algunas de estas oportunidades. Vale destacar el ejemplo de Agrosmart en Brasil, una plataforma de inteligencia climática que ha aprovechado el uso de los datos y la inteligencia permitiendo que la producción de alimentos sea más eficiente, sostenible y resistente al clima.

Las transformaciones demográficas, tecnológicas y ambientales que está viviendo el mundo representan un contexto sin precedentes para América Latina. Estas tendencias globales presentan desafíos, pero también ofrecen la oportunidad de converger hacia niveles más elevados de ingresos y desarrollo humano. Aprovechar estas oportunidades requiere un compromiso colectivo y una visión de largo plazo.

La banca multilateral tiene un importante rol que cumplir como organismo habilitador y supervisor del accionar coordinado dentro de cada país y entre países para potenciar el logro de los objetivos de desarrollo de los países de la región. Su liderazgo, aunado a su capacidad de financiamiento y apoyo técnico, resulta fundamental para guiar los esfuerzos de política que requiere la agenda pendiente de LAC. Sin embargo, la magnitud del desafío exige también que las mismas agencias multilaterales coordinen sus esfuerzos para maximizar su impacto conjunto.

Desde CAF, reafirmamos nuestro compromiso de apoyar a los países de la región en este desafiante pero prometedor camino. Con voluntad política y acción decidida, otro futuro es posible: un futuro donde la región crezca con equidad, sostenibilidad y prosperidad para todos.

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