Patricio Scaff
Ejecutivo Principal
Cuando la pandemia recién llegaba a nuestra región, la CEPAL alertaba que a 10 años del cumplimiento de la meta fijada para alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de 72 series estadísticas de indicadores monitoreadas para la región, “solo 4 alcanzaron la meta; 15 van en la tendencia correcta; 8 necesitan más intervención de políticas públicas; 13 requieren una fuerte intervención de políticas públicas; 27 están estancadas y 5 en retroceso”. Si el camino para cumplir con la Agenda 2030 no era fácil, esta crisis lo ha vuelto más difícil.
En tiempos de crisis, los indicadores sociales se ven deteriorados de manera durable. El COVID-19 ha conllevado la destrucción de millones de empleos, ha limitado el acceso a la salud y a la educación y ha profundizado las desigualdades. Esta situación golpea particularmente a los colectivos vulnerables, que ya antes tenían limitaciones para acceder a educación y salud de calidad y a empleos formales, y que contaban con pocas redes de protección social. Mientras dure la pandemia, una parte de la cada vez más numerosa clase media vulnerable de la región volverá a la pobreza, muchas de ellas serán mujeres.
Las medidas adoptadas para hacer frente a la crisis sanitaria del COVID-19 implicarán que muchos países de la región vean mermados sus avances en varios de los ODS. Asimismo, la tentación de congelar los compromisos derivados del Acuerdo de París para reactivar las economías en detrimento de la protección del medioambiente, podría poner en peligro consensos construidos durante décadas de multilateralismo. Resulta poco probable que observemos una recuperación rápida de los indicadores sociales cuando se retome la senda del crecimiento económico, dado que tienen una reacción asimétrica a la volatilidad del crecimiento económico. Como resultado, la trayectoria de cumplimiento de la Agenda 2030 -relativamente bien encaminada hasta entonces- se verá alterada.
Esto nos exige dar respuesta a una crisis sin precedentes con determinación, audacia y de manera conjunta, en línea con lo planteado por el ODS 17, que se refiere a las “Alianzas para lograr los objetivos”. La reconstrucción es un esfuerzo colectivo y debe estar orientada a la consolidación de un crecimiento durable e inclusivo. Las alianzas para lograr los ODS llaman a movilizar diversos actores bajo la premisa de que la acción de los gobiernos por sí solos no es suficiente para lograr su cumplimiento.
La movilización de recursos hacia los países de América Latina y el Caribe es esencial para una pronta reactivación. En ese contexto, el papel de CAF y de la banca multilateral de desarrollo es indispensable para atender las necesidades inmediatas de los países de la región, apalancando financiamiento y acompañamiento. En un contexto en el que la confianza y la solidaridad internacional resultan indispensables, los recursos de países desarrollados y de mercados financieros permiten financiar políticas anticíclicas para atender la pandemia, como lo ilustra la reciente colocación de Bonos por parte de CAF.
Las alianzas se materializan también por el desarrollo de esquemas de integración, de cooperación Sur-Sur y de flujos comerciales, que forman parte de la solución a una crisis sin fronteras y que necesita respuestas colectivas. Por ejemplo, América Latina y el Caribe concentra el 12% de la producción agrícola mundial y la crisis actual ha puesto de manifiesto la necesidad de fortalecer el comercio intrarregional de alimentos para garantizar la seguridad alimentaria de nuestros países.
El fomento de los flujos de inversión extranjera directa en sectores clave para el desarrollo de la región, como en agua y saneamiento, en energías renovables y en el desarrollo de la infraestructura física y digital, tiene un impacto significativo para alcanzar las metas de la Agenda 2030. Asimismo, en una región conformada mayoritariamente por países de renta media, podemos construir alianzas a través de esquemas de movilización de recursos y de capacidades que complementen la cooperación para el desarrollo. El COVID-19 ha puesto en evidencia la necesidad de transferir y construir capacidades en materia de ciencia y tecnología en el sector de la salud. La construcción de ventiladores mecánicos con planos de código abierto por consorcios que unieron a gobiernos, universidades y sector privado en países que dependen de las importaciones de dispositivos médicos es una ilustración de ello.
La movilización de recursos de toda índole y de actores diversos a través de alianzas resulta fundamental para la reconstrucción postcrisis. La reconstrucción es una oportunidad única para emprender un nuevo y mejor camino orientado al cumplimiento de las metas de la Agenda 2030. Éste tendrá que ser más ambicioso, contar con una institucionalidad sostenible y resiliente y adoptar una mirada a largo plazo. Así reconstruiremos economías con fundamentos sólidos, tanto en el plano económico como social, que permitan proteger a la región y a sus ciudadanos ante futuros choques.
Solo las alianzas nos permitirán movilizar masivamente recursos y diseñar soluciones inéditas con la participación de actores diversos para apoyar a nuestros gobiernos. La cooperación es más que nunca vital para cumplir con las metas de la Agenda 2030, poner fin a la pobreza, proteger nuestro planeta y garantizar la paz y la prosperidad.