Bibiam Aleyda Díaz
Cecilia Llambí
Este blog fue escrito por Marcela Bautista, Emilia Vallejo, Cecilia Llambí y Bibiam Díaz
¿Qué nos enseña PISA sobre las posibilidades de transformación de los sistemas educativos en Latinoamérica y El Caribe?
PISA, como sus siglas en inglés indican, es un programa para la evaluación internacional a estudiantes de 15 años, en cuanto a su desempeño en matemáticas, lectura y ciencias. En 2022, alrededor de 690.000 estudiantes fueron parte de la evaluación representando a 81 economías participantes, 14 de América Latina. El objetivo principal de PISA es ayudar a escuelas y hacedores de política pública a generar acciones de mejora en acceso y calidad educativa. Y si bien, PISA evalúa las capacidades de los estudiantes en las tres áreas de conocimiento, también, valora la capacidad para usar el conocimiento de forma creativa en escenarios novedosos, pensar críticamente en todas las disciplinas y demostrar eficacia aprendiendo estrategias para la resolución efectiva de problemas o dificultades, es decir la capacidad de aprender, adaptarse y crear en un mundo de constante renovación.
Lo que nos muestran los resultados de la más reciente aplicación es una caída global de los desempeños en las tres áreas evaluadas, tendencia que se ha mantenido a lo largo de las últimas aplicaciones y que se agudizó por la pandemia mundial del COVID-19. En el caso de América Latina y el Caribe, en matemática, solo tres países muestran tendencias de mejora (Perú, Colombia y Brasil), y en lectura todos siguen por debajo de la media de la OCDE, varios con la mayoría de los estudiantes en un nivel de lectura 1, que, según los estándares de la prueba, significa que poseen una habilidad limitada para comprender textos y usar esta información en otros contextos.
Aunque los resultados de PISA son tan solo uno de los indicadores del desempeño de los sistemas educativos, los puntajes y tendencias observadas para los países de nuestra región alimentan el debate sobre las actuales políticas educativas nacionales, y las características y retos de los procesos de enseñanza y aprendizaje que se desarrollan en las miles de comunidades educativas inmersas en contextos social y culturalmente diversos, a la vez que nos convocan a preguntarnos sobre cuáles puede ser las claves para impulsar una transformación educativa en América Latina y el Caribe, que esté acompañada de equidad y calidad.
La necesidad de una inversión decidida en educación, pero con eficiencia y calidad
Si bien lograr una educación de calidad para todos los estudiantes depende de la convergencia de múltiples factores, una vez más los resultados de PISA nos muestran que la inversión por estudiante continúa siendo un factor clave para asegurar entornos educativos que fomenten el desarrollo de los aprendizajes y las habilidades que se requieren en el mundo actual.
En este sentido, el panorama educativo mundial hoy refleja la desigualdad de la inversión entre los países y economías participantes, en donde aquellas que invierten de manera decidida en los sistemas educativos obtienen mayores niveles de desempeño en estas pruebas. Por ejemplo, se observa una relación positiva entre el gasto por estudiante y el rendimiento en matemáticas en economías asiáticas como Singapur, Taipei, Hong Kong, Corea del Sur y Macao. Por el contrario, países con un menor nivel de gasto en educación, se ubican en los menores niveles de desempeño, como Camboya, Paraguay y El Salvador.
Sin embargo, otro de los aspectos más interesantes que nos permite observar este panorama, es que existe un umbral en donde el aumento de la inversión no parece ser suficiente para mejorar los desempeños de los estudiantes. PISA muestra que, en gran parte de los países evaluados, por encima de una inversión de 75.000 dólares por estudiante, el gasto está menos relacionado con el desempeño. Por ejemplo, Brunei Darussalam y Qatar que cuentan con alto nivel de gasto en educación, tienen un desempeño medio en matemáticas y se ubican por debajo del promedio de los países de la OCDE.
En este panorama nos muestra que en América Latina y el Caribe es necesario, por un lado, aumentar la inversión en educación, ya que en todos los países el gasto está por debajo del umbral donde aún los recursos tienen un impacto positivo en los desempeños de los estudiantes. Por otro lado, es necesario realizar un análisis sobre la eficiencia de los recursos invertidos, si bien no es suficiente, para el caso de países como Chile, Panamá, Argentina y Uruguay esa inversión podría tener un mejor resultado si se mejora su calidad y pertinencia con los contextos educativos.
Así las cosas, una de las claves que se reitera con los resultados de PISA, es que adicional a una inversión decidida en educación, es necesario aumentar los niveles de eficiencia y calidad de los sistemas educativos, para que los recursos que se disponen para mejorar los aprendizajes de los estudiantes tengan un impacto real en sus habilidades. Algunos países como Vietnam y Ucrania están mostrando desempeños importantes en matemáticas, con una inversión de recursos por debajo del promedio de la OCDE.
Teniendo en cuenta que en América Latina la inequidad educativa de los países, también es el resultado de una inversión limitada de recursos en educación, es necesario identificar las buenas prácticas de los sistemas educativos resilientes que están logrando mayores niveles de eficiencia, para asegurar que los esfuerzos económicos que se hacen en la región tengan un impacto positivo principalmente en aquellas poblaciones más vulnerables, que tienen pocas probabilidades de mejorar sus aprendizajes sin una intervención directa de los procesos educativos en las escuelas.
Estudiantes resilientes, superando las brechas sociales y educativas
En el contexto educativo se reconoce como estudiantes resilientes a aquellos que, a pesar de vivir en contextos de bajo nivel socioeconómico, logran obtener resultados académicos destacados. Según PISA 2022, los estudiantes con entornos poco favorables son menos propensos a formar vínculos estrechos en y con las escuelas, lo que muestra la importancia de invertir dentro del sistema educativo en aspectos tan necesarios como infraestructura, mobiliario y recursos educativos que sean seguros, motiven la asistencia a la escuela, promuevan la inclusión, y permitan espacios de intercambio más allá del aula, como pasillos, rincones, espacios verdes, entre otros, con el fin de generar o afianzar el clima escolar entre la comunidad educativa.
El porcentaje de estudiantes socioeconómicamente desfavorecidos en América Latina y el Caribe que obtuvieron puntajes en el cuartil superior del rendimiento en matemáticas es heterogéneo. Seis países de la región se encontraron por debajo de la media de OCDE, siendo estos Argentina, Brasil, El Salvador, Colombia, Panamá y Perú, mientras que Chile, República Dominicana, México y Uruguay se ubicaron por encima de la media OCDE, lo que da cuenta del impacto de políticas públicas sostenidas que están mejorando los resultados de equidad en la calidad de los aprendizajes. Es importante destacar que varios de estos países se encuentran realizando procesos de transformación educativa para mejorar las posibilidades de acceso al conocimiento y el cierre de la brecha digital, claves para desarrollar habilidades para el siglo XXI que impactan no solo las necesidades de aprendizajes para una fuerza laboral eficaz sino también, el desarrollo de nuevas formas de comunicarnos y relacionarnos como personas.
Mejoramiento de la calidad educativa de la mano de la transformación digital
El avance de la incorporación de la tecnología a los procesos de producción, en los mercados y en la vida social y cultural, así como el impulso logrado a raíz de la pandemia del COVID-19 en el uso de herramientas digitales, ha provocado que los sistemas educativos se enfrenten a nuevos retos en los procesos de enseñanza y aprendizaje y en la forma de administrar los servicios educativos.
3 de cada 4 estudiantes evaluados en PISA 2022 hacen uso de herramientas digitales en sus procesos de aprendizaje a través de plataformas escolares. Por otra parte, PISA muestra que, estos procesos se están desarrollando de manera más personalizada y más divertida, en la medida en que las herramientas tienen mecanismos interactivos para retroalimentar de manera sincrónica los resultados y pueden ofrecer ambientes educativos más estimulantes y modernos para niños y jóvenes.
La incorporación de la tecnología en la educación también está mostrando que es un buen espacio para el desarrollo de habilidades de lectura dado que las plataformas requieren el uso de códigos de lenguaje y por otra parte el desarrollo de habilidades del siglo XXI y socioemocionales como autogestión, autonomía y pensamiento crítico. En este sentido, los resultados de las pruebas muestran que el uso de la tecnología con fines pedagógicos trae beneficios para los procesos educativos de los estudiantes siempre y cuando el tiempo de exposición sea acotado, alrededor de una hora al día.
Sin embargo, el ritmo de avance de la incorporación de la tecnología en los procesos educativos también puede convertirla en un factor de desigualdad. Los resultados de PISA muestran que la incorporación de herramientas digitales en los países es distinta. Estonia, Finlandia, Italia, Suecia y Suiza se destacan por tener procesos educativos con un alto nivel de mediación de la tecnología y por tener estudiantes que tienen una alta capacidad de llevar a cabo procesos de aprendizaje remoto con autonomía, mientras que por ejemplo en Jordania, Marruecos, Filipinas, la Autoridad Palestina y Tailandia, sólo la mitad o menos de los estudiantes se sienten confiados con el uso de tecnología.
Por otra parte, los resultados también nos plantean que es necesario prestar atención al uso de teléfonos inteligentes y tablets por parte los estudiantes, dado que estos les generan distracción y los exponen a riesgos informáticos como ciberbullying, acoso escolar, adicciones digitales y sexting. En promedio en los países de la OCDE, el 45% de los estudiantes informaron sentirse nerviosos o ansiosos si sus teléfonos no estuvieran cerca de ellos.
En este contexto, el llamado para los sistemas educativos es continuar con la incorporación de tecnologías educativas de la mano del acompañamiento de los equipos docentes, quienes cada vez más se enfrentan al reto de fortalecer su desarrollo profesional con mayores habilidades digitales y capacidades para hacer un uso pedagógico de dichas herramientas. CAF recientemente ha sistematizado algunas experiencias que dejan aprendizajes respecto, por ejemplo, a la enseñanza de las ciencias de la computación, el uso de aulas móviles digitales y la inteligencia artificial aplicada a la prevención del abandono escolar.
Docentes cualificados y preparados para la transformación educativa
Uno de los datos más importantes para el desarrollo de política pública educativa, es el impacto que tienen los docentes sobre los aprendizajes efectivos, ya que aquellos estudiantes que contaron con el apoyo de un docente presencial o por virtualidad puntuaron de mejor manera en matemáticas que otros que realizaron trabajo autónomo. Sin embargo, en la percepción de los estudiantes de 15 años, este apoyo o ayuda constante ha ido decayendo con el paso de los años.
El acompañamiento docente efectivo como clave para la mejora de la calidad de los aprendizajes, es un tema que CAF ha abordado en varias experiencias e investigaciones, a través del reconocimiento de buenas prácticas en la Subregión Cono Sur y la Subregión Andina y a través de la identificación de prácticas innovadoras de formación de docentes y equipos directivos escolares. Los casos identificados ponen de manifiesto la importancia del acompañamiento docente en aula, así como la oportunidad de incorporar las nuevas tecnologías de aprendizaje en la enseñanza y la correlación positiva entre el involucramiento de las familias en la educación de sus hijos y un mejor desempeño docente.
Cuatro claves de la transformación educativa
Esta mirada general al panorama educativo que configura los resultados de PISA 2022 y a las prácticas que están llevando a cabo los países con mejores desempeños, marca un camino para América Latina y el Caribe que debe orientarse a aumentar las inversiones en políticas, programas y proyectos que amplíen y mejoren la calidad y pertinencia de las oportunidades educativas para las poblaciones con más restricciones económicas y sociales, con foco en aquellas estrategias les permitan superar las barreras de sus contextos de origen; a implementar procesos de incorporación y apropiación de tecnologías que fomenten la adquisición de habilidad digitales y promuevan los demás aprendizajes; y a continuar con los procesos de mejoramiento de la formación docente, que los convierta en un catalizador de la transformación educativa de la región.
CAF está comprometido con el desarrollo de acciones integrales en clave de estos aspectos, que deriven en la mitigación gradual de las brechas de aprendizaje que hoy marcan el panorama de América Latina y el Caribe, y que se traduzcan en más oportunidades para que niños, niñas, adolescentes y jóvenes desarrollen trayectorias educativas que los doten de los saberes y habilidades para participar activamente en la sociedad y los mercados laborales del siglo XXI.