Eduardo Fagre
Ejecutivo de la Dirección de Evaluación de Impacto y Aprendizaje de Políticas de CAF
Diversos estudios, instituciones gubernamentales y no gubernamentales, personalidades públicas y la sociedad en general han destacado la importancia del deporte en el desarrollo de niños y adolescentes.
Pareciera que no existe duda de que el deporte es una actividad beneficiosa sin importar el contexto en el que se desarrolle, las características de las personas que la realizan y las condiciones en las que se implementa. En consecuencia, los organismos multilaterales y un compendio de instituciones públicas y sin fines de lucro alrededor del mundo han destinado, en los últimos años, una gran cantidad de recursos para financiar programas que conviertan al fútbol en una herramienta de inclusión social para los niños y adolescentes menos favorecidos o en situación de vulnerabilidad.
Ahora, ¿será suficiente con lanzar a un niño a una cancha de fútbol para promover su desarrollo integral? ¿Es el fútbol la mejor opción de política pública para la inclusión social de familias menos favorecidas? ¿Son el contexto, el entorno donde se desarrolla la actividad, y las características del individuo y su familia, aspectos relevantes para que se potencie o no el impacto de los programas de fútbol?
Estas preguntas, entre otras inherentes a cualquier intervención social, podrían ser abordadas y respondidas a partir de evaluaciones rigurosas y sistemáticas de las iniciativas; no obstante, la realidad es que son prácticamente inexistentes los estudios experimentales que evalúen el impacto que tienen los programas de fútbol para el desarrollo sobre sus beneficiarios.
La relación entre la práctica de deportes durante la niñez y la adolescencia y la acumulación de habilidades se ha medido mediante metodologías no experimentales. Por ejemplo, en Alemania, un estudio encontró que la práctica de fútbol entre los 3 y 10 años de edad genera efectos positivos en habilidades cognitivas y socioemocionales. Por su parte, Lechner (2008), muestra que la práctica de deportes a edades tempranas puede tener resultados positivos muchos años después en el mercado laboral. Sin embargo, a pesar de estos resultados, la principal limitación de estas investigaciones se encuentra en la dificultad para identificar relaciones causales, aspecto crucial para el diseño de políticas públicas.
Dentro de este contexto, CAF -banco de desarrollo de América Latina- ha venido trabajando e invirtiendo recursos en iniciativas de fútbol para el desarrollo por más de diez años, principalmente a través del programa SOMOS. Esto nos ha impulsado a desarrollar una línea de investigación exclusiva para este tipo de programas, caracterizada por el máximo rigor científico posible. En tal sentido, a la fecha se han realizado dos evaluaciones de impacto experimentales, las únicas en el mundo que han logrado explorar los efectos de estos programas desde una óptica experimental.
Evidencia empírica desarrollada por CAF
La primera evaluación de impacto fue realizada en Lima, Perú, a través de la Academia Deportiva Cantolao, una de las academias de fútbol más importantes del mencionado país y considerada como uno de los principales semilleros del fútbol profesional peruano. La segunda fue implementada en Barranquilla, Colombia, por medio de la organización social Fútbol con Corazón. El objetivo primordial en ambos proyectos fue determinar elefecto causal de la práctica de fútbol sobre un compendio de habilidades socioemocionales, cognitivas y otras dimensiones relacionadas con el bienestar de niños y adolescentes, pertenecientes a familias menos favorecidas.
En ambos estudios se contó con una muestra superior a 1.600 jóvenes asignados aleatoriamente a un grupo de tratamiento y uno de control. Esta forma de seleccionar a los beneficiarios garantizó la obtención de resultados causales; es decir, que las diferencias encontradas entre ambos grupos (los que reciben el programa y los que no) sean atribuibles a las metodologías de fútbol para el desarrollo implementadas por cada una de las instituciones.
En la evaluación de Perú, los resultados globales para toda la muestra y agregados - agrupando las variables en las principales dimensiones estudiadas - indican que la intervención de fútbol no tuvo efectos significativos sobre las habilidades socioemocionales y cognitivas, pero sí efectos negativos en medidas de violencia y agresividad y en el control de la ira de los niños estudiados y en comparación con los del grupo de control. No obstante, cuando se analizan los resultados individualmente por sede (se utilizaron dos campos de entrenamiento para el desarrollo de la intervención), se puede apreciar que tales resultados negativos se concentran fundamentalmente en una de ellas, en la denominada La Perla. Por otra parte, en la sede Ventanilla se encuentran resultados positivos en la dimensión socioemocional y cognitiva, así como en la percepción de bienestar de los niños. Asimismo, en lo que respecta a la agresividad y el control de la ira, los resultados en esta última sede mantienen su signo negativo, pero carecen de significancia estadística.
¿Qué diferencias encontramos entre la sede de La Perla y Ventanilla que puedan explicar estos resultados opuestos entre ellas?
La respuesta es que no es fácil encontrar factores que expliquen por completo tales resultados. La principal hipótesis manejada es que elevados niveles de competencia de los entrenamientos de fútbol podrían afectar negativamente el desempeño socioemocional de los niños e incrementar, al menos en el corto plazo, sus niveles de violencia y agresividad. El campo de la Perla y la localidad en donde se encuentra ubicada convierte a esta sede en una de las de mayor tradición deportiva de toda la academia; aspecto que se traduce en que el modelo pedagógico de alta competencia, característico de Cantolao, posiblemente se encuentre más arraigado en este campo en comparación con otros de la misma institución, como es el caso de Ventanilla. Esto, quizás, ha impedido que sedes como La Perla transiten de manera más natural al modelo de fútbol para el desarrollo promovido, en este caso, por CAF.
Nuestra hipótesis sigue ganando fuerzas una vez que se analizan los resultados de nuestra otra evaluación con la institución Fútbol con Corazón que, si bien todavía son preliminares, son mucho más alentadores que los encontrados en Perú. Vale destacar, que el modelo pedagógico de esta organización resalta por considerar la práctica del fútbol como la herramienta idónea para el logro de objetivos vinculados a la formación de habilidades para la vida; aspecto que relega a un segundo plano el componente competitivo natural a la práctica del fútbol que, en nuestra opinión, explica una parte importante de los resultados negativos obtenidos en este tipo de programas. Como primeros hallazgos de este segundo experimento se encuentra que resultan ser diferenciados por grupos de edad. En los niños más pequeños (5 a 7 años) fue difícil encontrar algún resultado, lo cual podría ser producto del bajo poder estadístico o de las dificultades para levantar la información en estas edades. Por otra parte, los principales resultados positivos son en mejoras en la actitud hacia el colegio, en el autoestima, en la percepción de roles de género y en el uso del tiempo en niños de edades medias (8 a 13 años), mientras que los pocos resultados negativos se identifican en los más grandes (14 a 17 años).
En resumen, los resultados obtenidos hasta el momento son confusos y, a diferencia de lo que creía la mayoría, no permiten demostrar que el fútbol para el desarrollo es beneficioso sin importar la manera cómo se implemente, el entorno y en quiénes se focalice. De aquí, la principal conclusión de nuestras evaluaciones: obtener los resultados deseados en los beneficiarios de estos programas trasciende a solo anotar goles; trasciende a solo jugar al fútbol. Sin lugar a dudas, es vital el contexto, la metodología implementada y las características de los beneficiarios y sus familias, entre otros aspectos, para aprovechar al máximo las bondades de estas iniciativas.
Estas dos evaluaciones han sido de suma utilidad para medir la influencia de estos programas en el desarrollo de la región. Sin embargo, también han sido la fuente de otra serie de interrogantes que requieren ser abordadas para continuar entendiendo las bondades de estas iniciativas y, por lo tanto, para seguir construyendo consensos que alimenten las políticas públicas destinadas a mejorar las condiciones de vida de familias menos favorecidas.
Es por ello que nuestra agenda de fútbol para el desarrollo sigue viva, y esperamos seguir promoviendo evaluaciones de impacto rigurosas que sirvan para dar respuestas a otras interrogantes relevantes para instituciones, hacedores de política, académicos, organismos multilaterales y, en general, para cualquier actor que de alguna forma u otra esté interesado o involucrado con esta temática.