L. Enrique García
Ex Presidente Ejecutivo de CAF
La Paz, Bolivia
América Latina registró en la última década significativos progresos económicos y sociales, como la reducción de la pobreza, la ampliación de los servicios sociales, un aumento de la clase media, cierta estabilidad macroeconómica y una inflación bajo control en la mayoría de los países. Sin embargo, en materia de empleo los avances han sido limitados. El desempleo se redujo, pero la creación de empleo formal no mejoró al mismo ritmo. La informalidad laboral sigue siendo un problema estructural de la región para poder dar un salto en el desarrollo económico.
La proporción de trabajadores asalariados informales bajó del 52% al 44%, un porcentaje que es todavía muy elevado. Más grave aún: en muchos países el número de trabajadores informales, sean asalariados o independientes, supera a los del sector formal, representando en algunos casos hasta el 60% del mercado laboral. La informalidad predomina particularmente entre los trabajadores por cuenta propia y empleados de pequeñas y micro empresas.
La limitación que tienen esos trabajadores para acceder a los servicios de seguridad social tiene efectos negativos en lo inmediato y a largo plazo. Así, además de ahondar la desigualdad, perjudicar la recaudación impositiva y la sostenibilidad del sistema de pensiones, la informalidad genera una baja productividad y pone freno al crecimiento económico.
Y aquí aparece entonces el desafío: ¿cómo combatir la informalidad?
Hoy, en América Latina, uno de cada 5 jóvenes de la región no estudia ni trabaja. La mitad no termina la secundaria. La informalidad laboral promedio en aquellos jóvenes que abandonaron el secundario es de 92%.
Las falencias no son solo en materia de habilidades cognitivas. Relevamientos recientes realizados en empresas formales grandes y medianas de la región e incluidos en nuestro informe RED 2016 arrojan un dato revelador. La mayoría de estas empresas tiene dificultades para encontrar personas para ocupar puestos que requieren de determinadas habilidades socioemocionales, como el trabajo en equipo, la capacidad de liderazgo, la motivación y confianza, la colaboración.
Superar este déficit en el capital humano es un primer paso para reducir la informalidad en la región. Dotar a la población del abanico de habilidades cognitivas, físicas y socioemocionales necesarias para poder desempeñarse en el cambiante mercado laboral es de suma importancia. Es sentar bases sólidas para la igualdad de oportunidades.
Las habilidades se forman y acumulan a lo largo de toda la vida, especialmente en los primeros 20 años. Es un proceso en el que influyen la familia, la escuela, el entorno y el mercado laboral. Por eso no se trata sólo de educación, sino de impulsar políticas públicas coordinadas que promuevan el capital humano en estos cuatros ámbitos. Es un desafío integral.
Enfocarnos en el capital humano para que la población cuente con un mayor nivel de habilidades es crucial, ya no sólo para reducir la informalidad, sino para alcanzar un desarrollo sostenible con inclusión social. Así lo entendemos en CAF, como Banco de Desarrollo de América Latina. Por eso, en estos últimos años hemos abordado, investigado y evaluado con rigurosidad estos temas a fin de contribuir positivamente a políticas públicas efectivas.
La III Conferencia CAF-Oxford que celebraremos el próximo 4 de noviembre en la Universidad de Oxford bajo el lema "Los desafíos de la informalidad en América Latina: dimensiones políticas, económicas y sociales", será sin dudas el ámbito propicio para analizar estos desafíos y seguir contribuyendo a que la región crezca con todo su potencial.
Este artículo se publicó simultáneamente en América Economía