Cecilia Llambí
Ejecutiva Principal de Proyectos de Desarrollo Social de CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-
El cierre de escuelas para evitar la propagación del COVID 19 ha afectado a alrededor del 90% de la población estudiantil del mundo. Esto significa un enorme desafío para los sistemas educativos, que deben repensar cómo seguir educando a los alumnos y que estos sigan aprendiendo, y cómo mantener el vínculo entre docentes y estudiantes, y entre escuelas y familias, en tiempos de confinamiento.
Queda claro que el que el proceso educativo debe darse a distancia y que las tecnologías de la información y comunicación (TIC) pueden ayudar mucho. A nivel global, varios países han innovado con plataformas de contenido en línea para continuar el proceso de enseñanza y mantener el contacto con los estudiantes y sus familias. Corea del Sur, por ejemplo, combina plataformas para la enseñanza online, un portal con materiales educativos para docentes y estudiantes de todos los niveles, y varios contenidos multimedia. Francia implementó la plataforma integral “Mi clase en casa”, que consiste en un sistema de clases virtuales con contenidos para el currículo de toda la educación básica, accesible vía celulares y computadoras.
Pero para que la tecnología pueda dar una solución integral e inclusiva en este contexto, deben darse al menos tres elementos: a) acceso extendido de los hogares, escuelas y docentes a conectividad y a dispositivos adecuados; b) contar con plataformas integrales, con contenidos alineados al currículum que permitan interacción y monitoreo de los aprendizajes por los docentes; y c) cambios en las estrategias de enseñanza que se adapten a la educación online. Dichos elementos no están totalmente presentes en la gran mayoría de los países de América Latina.
Con respecto al primer elemento, según un informe de CAF, en América Latina la penetración de Internet en hogares alcanza en promedio al 68%, pero existen grandes heterogeneidades entre países y marcadas brechas de acceso según el nivel de ingreso de los hogares. En muchos casos la conectividad alcanza a través de los celulares y la disponibilidad de computadoras en los hogares varía mucho con el nivel de ingreso y la zona geográfica de residencia. En zonas urbanas, por ejemplo, la tenencia de computadora en el hogar ronda en promedio entre el 60% y 80% de los hogares de ingreso alto en la mayoría de los países de la región, pero alcanza a menos del 25% de los hogares de bajos ingresos en casi todos los países, con algunas excepciones como Uruguay, Bolivia o Chile. En el medio rural las restricciones son aún mayores. En este contexto donde no todos los estudiantes tienen acceso a conectividad ni dispositivos adecuados, el uso de las TIC se ve limitado y puede excluir a parte de la población.
Respecto al segundo elemento, la mayoría de los países de la región no cuenta con una solución integral a través de plataformas. Una excepción es Uruguay, que además de contar con acceso extendido a Internet y laptops para los estudiantes, cuenta a través del Plan Ceibal con una plataforma educativa integral (la plataforma CREA) alineada con el currículum que permite además el monitoreo de los aprendizajes por parte de los docentes.
Ante las restricciones respecto a los dos primeros elementos planteados, varios países de la región han combinado soluciones tecnológicas con otras estrategias para lograr que los contenidos lleguen en forma masiva y mantener el vínculo con los estudiantes. Dichas estrategias incluyen el uso de portales educativos combinados con transmisión de contenido educativo por televisión o radio, uso de celulares para el acceso a contenidos y comunicación, e incluso envío de material en formato impreso con guías de para su uso. Por ejemplo, Argentina desarrolló una estrategia que incluye programación televisiva diaria con contenidos para todos los niveles, programas de radio para zonas rurales, cuadernillos impresos con acciones dirigidas para toda la educación obligatoria y el portal Seguimos Educando, con recursos para docentes y estudiantes de navegación gratuita desde celulares. Iniciativas como PROGRAM.AR han innovado adaptando los contenidos de pensamiento computacional, desarrollados con el apoyo de CAF, como trayectos de autoaprendizaje.
Aún salvando los dos elementos anteriores existe otro desafío adicional para incorporar la tecnología a la educación y más aún a distancia. Existe evidencia de que la tecnología en sí misma no genera buenos resultados en los aprendizajes si no se cambia el enfoque de la enseñanza. Y en un contexto a distancia, impartir clases online requiere desde tener cierto dominio de las aplicaciones, otros tiempos de preparación y de dedicación (por ejemplo, para atender foros o grupos de mensajería instantánea), como, fundamentalmente, repensar la metodología de impartición para favorecer una mayor interacción con los estudiantes.
La experiencia provocada por la emergencia sanitaria podría ser aprovechada para repensar el uso de las TIC en los sistemas educativos. Usada de forma adecuada, la tecnología puede permitir avanzar hacia una educación centrada en el estudiante, promover el aprendizaje personalizado, favorecer el trabajo interactivo, implementar nuevas formas de evaluar el progreso en la adquisición de saberes y habilidades y facilitar el desarrollo de habilidades digitales y transversales necesarias para la vida y el trabajo en el siglo XXI.
¿Cómo aseguramos que esto ocurra? En primer lugar, es necesario consensuar una visión clara sobre los objetivos y el rol de tecnología para la educación. Por mucha capacidad que tengan las TIC para transformar los procesos educativos será difícil considerarlas como tecnologías para el aprendizaje si no se enmarcan en un contexto con finalidades definidas. En segundo lugar, se precisa mejorar el acceso a conectividad, recursos tecnológicos y contenidos. La tecnología y la ciencia de datos pueden ayudar para avanzar en la identificación y geolocalización de centros educativos según su estado de infraestructura, recursos y acceso a conectividad, que permita avanzar en el diseño de soluciones. Y finalmente, la comunidad educativa, directores y docentes están realizando esfuerzos para cambiar sus estrategias y adaptarse al entorno virtual, a través de espacios de formación e intercambio de experiencias y prácticas. Sería deseable aprovechar esta inversión en capacidades para avanzar efectivamente en la generación de prácticas organizativas y docentes innovadoras y sistemas de seguimiento, que permitan sacar partido pedagógico de las TIC y usarlas efectivamente para transformar la enseñanza.