La urgencia de fortalecer nuestra resiliencia digital
Este artículo también se publicó en Cinco Días
El COVID-19 ha puesto a prueba la capacidad digital de sociedades, economías y Gobiernos y se ha convertido en una especie de auditoría global de nuestra resiliencia digital. Nuestras vidas cambiarán drásticamente una vez pase la crisis y, aunque todavía no sabemos cómo, necesitamos acelerar la transformación digital en todos los ámbitos de nuestras vidas, algo que también implica a los Estados.
Ya no se puede eludir la necesidad de contar con servicios públicos digitales, trámites en línea, infraestructuras de conectividad eficientes y personal preparado para el teletrabajo y con las habilidades necesarias para el mundo digital. En estas últimas semanas hemos visto a gobiernos nacionales y locales volcarse en desarrollar apps, bots y otras respuestas tecnológicas que pueden ser muy valiosas para mitigar los efectos del COVID-19.
En lo inmediato, las soluciones digitales deben ayudar a garantizar la transparencia de los procesos de compra de los programas de emergencia que se están diseñando. No olvidemos que la corrupción y la ineficiencia en el gasto público pueden significar un aumento de la letalidad de la pandemia. Existen ejemplos de innovaciones digitales que, combinadas con datos abiertos, no sólo ayudan a mantener la integridad en el proceso de atención de la crisis, sino que lo hacen más eficiente.
Por ejemplo, en Colombia, la agencia de contratación pública Colombia Compra Eficiente (CCE) está innovando para ofrecer regulaciones extraordinarias de contratación. El Sistema Electrónico de Contratación permite registrarse para contrataciones y para la suscripción de acuerdos de precios para la emergencia. La CCE desarrollará audiencias públicas de licitaciones y las adjudicaciones serán por medios digitales. Mientras dure esta situación, las entidades públicas podrán adquirir los bienes a través de la tienda virtual y, en caso de incumplimiento, las sanciones serán impuestas vía electrónica.
También el Ministerio de Tecnologías de Información y Comunicación de Paraguay, a través de la ley de declaratoria de emergencia, puso a disposición de las entidades estatales, en formato de datos abiertos, un portal para acceder a información relevante sobre los gastos de emergencia. Esto facilita el trabajo colaborativo entre entes de control, ejecutores del gasto y sociedad civil.
A nivel europeo, en Ucrania el sistema digital de compra pública Dozorro monitorea las adquisiciones médicas y gastos de emergencia, haciendo posible rastrear las diferencias de precios para las pruebas del COVID-19 y verificar el precio de suministros para los hospitales. En el Reino Unido, dado que la demanda de respiradores de cuidados intensivos estaba desbordando, se abrió la convocatoria a otro tipo de industrias -como la automotriz- para que desarrollen innovaciones tecnológicas dirigidas a atender la emergencia. Este proceso se facilitó gracias al sistema de compras públicas en línea.
Estos ejemplos evidencian que la crisis está acelerando la transformación digital de los servicios públicos. En tiempos de coronavirus la administración pública se está viendo forzada a interactuar con los ciudadanos completamente por medios digitales, y con mucha innovación. Panamá, por ejemplo, desarrolló la plataforma ROSA (Respuesta Operativa de Salud Automática), un asistente virtual que se contacta vía WhatsApp y que orienta a las personas usando algoritmos de inteligencia artificial para determinar las características del paciente. En función de ellas, lo escala a un consultorio virtual donde es evaluado por médicos, que pueden enviar una ambulancia para observación física y atención domiciliaria, o remitirlo a un centro hospitalario. Colombia desarrolló CoronApp, una aplicación para reportar síntomas que ofrece información centralizada sobre las medidas del gobierno, recomendaciones de prevención, ubicación de servicios de salud y los canales de atención.
Las start-ups digitales también se suman a los esfuerzos con soluciones novedosas. Ningún gobierno, aún menos municipal, puede atender en solitario la emergencia sanitaria ni las consecuencias que surgirán en el mediano y largo plazo. Para gestionar información en tiempo real, la aplicación City Listener de OS City en América Latina permite conocer las necesidades de los ciudadanos, georeferenciar violaciones de la cuarentena y conocer el estatus de abastecimiento de diversos materiales en los centros de salud.
Para mejorar la trazabilidad del contagio, la aplicación TraceTogether de Govtech Singapur usa tecnología de encriptación y el Bluetooth de los celulares para detectar los encuentros que un ciudadano tiene con otros. La información queda registrada por 21 días, ligado a la posible duración del virus. Para dar seguimiento a los pacientes contagiados, Taiwan creó una 'barrera digital' usando grandes cantidades de datos y tecnología móvil para monitorear la localización de los infectados y enviar mensajes de alerta cuando están fuera de un radio determinado y que puedan poner en riesgo a otros.
La crisis azota en particular las ciudades y todos nos preguntamos cómo sera la vida después del confinamiento. No cabe duda de que los datos cobrarán cada vez más importancia. En América Latina, la región en desarrollo más urbanizada del planeta, el desafío es monumental, sobre todo dada la baja calidad de la infraestructura urbana, la alta densidad y la informalidad social.
Esta crisis debe servir para repensar la reforma del Estado, para restaurar su capacidad, reforzar su agilidad y acelerar su transformacion digital, de la mano de las nuevas tecnologías y de la inteligencia de datos.