¿Estamos a las puertas de una nueva crisis financiera global?

20 de abril de 2023

En marzo se desató una turbulencia financiera en Estados Unidos con la quiebra de tres bancos regionales (Sivergate, Sillicon Valley Bank y Signature) y el contagio a Credit Suisse en Europa.  Estas quiebras, hasta ahora, no significan una crisis bancaria sistémica. Alrededor de 3 bancos al año han quebrado en promedio desde 2015 en Estados Unidos. Y durante la crisis financiera entre 2008 y 2010, por ejemplo, quebraron 322 bancos.  

Pero el episodio encendió las alarmas que motivaron rápidos retiros de depósitos y un derrumbe estrepitoso de la valoración de los bancos. Para entender los temores de una posible crisis sistémica, vale la pena analizar las particularidades de este ciclo de crédito.   

La fase expansiva de este ciclo fue inusualmente larga y laxa, remontándose a las políticas extraordinarias de bajas tasas y relajación cuantitativa para frenar el colapso de los sistemas de pago durante la crisis financiera de 2008-2009 y, posteriormente, para apuntalar la recuperación de la actividad.  

La irrupción de la pandemia revirtió el proceso de normalización de la política monetaria una década más tarde. Es así como entre 2020 y 2022, la FED duplicó su hoja de balance de la FED y redujo la tasa de interés a mínimos históricos entre 0 y 25 puntos base.  

La etapa de reversión del ciclo, gatillada por el repunte de la inflación a tasas de dos dígitos no vistas en cuatro décadas, también ha sido inusualmente acelerada y pronunciada, con un repunte de 475 puntos base en la tasa de interés en pocos meses.  

Quizás el caso más sonado de esta turbulencia financiera en Estados Unidos fue el de Sillicon Valley Bank, especializado en el segmento de tecnología y startups.  Entre 2019 y el primer trimestre de 2022, los depósitos de SBV se triplicaron, alcanzando USD 198 billones, en medio de la abundancia más generalizada de liquidez. 

El exceso de depósitos de SVB fue canalizado hacia la compra letras de tesoro americano y títulos hipotecarios garantizados, frente a un crecimiento menos que proporcional de los préstamos. Algo poco usual para el negocio bancario.  

Si bien las letras del tesoro son consideradas como uno de los activos refugio por excelencia--el riesgo de impago a su vencimiento es casi inexistente--eso no quiere decir que la valoración de los títulos no varíe a lo largo del ciclo económico con los movimientos de las tasas de interés. 

Este, precisamente, fue uno de los factores tras la quiebra con SVB. El 50% de sus activos eran letras del tesoro. La rápida subida de las tasas de interés generó pérdidas acumuladas de valoración de esos activos de 16 billones para septiembre de 2022.  

Pero para que esas pérdidas pasaran a materializarse, entró a jugar el otro factor. Y es que el 90% de los depósitos de SVB sobrepasaban el umbral de 250.000 dólares cubiertos por el seguro de depósitos.  

Ante la acumulación de pérdidas de valoración de los activos que redujeron el respaldo de los depósitos la falta de cobertura de los depósitos que en su mayoría no estaban garantizados, surgió el pánico que desató la corrida bancaria. La facilidad de retirar fondos por medios electrónicos terminó por precipitar el colapso del banco. Tan solo el 09 de marzo, retiraron USD 42.000 MM, prácticamente una cuarta parte de los depósitos totales de SVB. Hablamos de 1/2 millón de dólares por segundo. 

Finalmente, SVB fue intervenido por la Agencia Federal de Seguros de Depósitos (FDIC, por sus siglas en ingles) el 10 de marzo. Para que el pánico no generara un contagio a otras entidades financieras, las autoridades actuaron rápida y contundentemente. 

En primer lugar, se anunció la liquidación de Silicon Valley Bank, Signature y Silvergate (los tres bancos en problemas), transfiriendo sus activos a un banco de mayor tamaño. En segundo lugar, la FDIC y el Departamento del Tesoro anunciaron el uso de una medida de excepción por riesgo sistémico para cubrir al total de los depositantes de los tres bancos, incluyendo aquellos con depósitos por encima de los USD 250.000 no cubiertos por el seguro de garantía. Se rescató enteramente a los depositantes, mas no a los accionistas de los bancos. En tercer lugar, la FED ofreció un programa de fondeo a cualquier banco que enfrente problemas de liquidez con líneas de crédito por el valor nominal de los títulos que tengan. La FED también ofreció extender liquidez en dólares a nivel global a través de las líneas de swap.  

Las medidas lograron devolver una relativa calma a los mercados, algo que facilitó a la FED y al Banco Central Europeo continuar con el ciclo de alzas en las tasas de interés, en las semanas siguientes al episodio.   

 ¿Cuál fue el papel de la regulación y de la supervisión en todo esto? Se supone que la regulación debería hacer a los bancos más resilientes al ciclo de crédito, evitando una toma excesiva de riesgos durante las fases expansivas y obligando a los bancos a mantener niveles de liquidez adecuados para hacer frente a situaciones de estrés. 

Tras la crisis financiera de 2008-2009, Estados Unidos aprobó estándares de créditos más estrictos para la banca bajo la ley Dodd-Frank. Esto incluyó la adopción de los criterios de Basilea III, y la creación del concepto de “banco sistémico”, a los cuales se aplicarían pruebas de estrés. 

En consecuencia, en la actualidad, los bancos grandes de EE.UU. están mejor capitalizados y tienen mayores colchones de liquidez que antes de la crisis financiera de 2008. Así, las instituciones más grandes sortearon la turbulencia sin mayores escollos.  

Pero ese no es el caso en todo el sistema bancario. En 2018, la regulación prudencial se relajó para los bancos medianos y chicos. En esa categoría están los 3 bancos que quebraron en marzo. Cada uno por problemas idiosincráticos. 

 En el caso de SVB, el manejo inadecuado del riesgo de tasa de interés (y la ausencia de un oficial de riesgo por más de un año como agravante). Signature y Silvergate estaban muy expuestos a la volatilidad y riesgo de las criptomonedas. Persiste entonces una elevada incertidumbre en cuanto a la vulnerabilidad del resto de los bancos a problemas de liquidez y solvencia que puedan desatar una crisis sistémica. 

Por ejemplo, si bien la liquidez del sistema bancario es elevada está asimétricamente distribuida. Existen migraciones de depósitos de los bancos medianos hacia bancos grandes. De modo que el riesgo de nuevas crisis de liquidez en otras instituciones bancarias es latente.  

Del otro lado del Atlántico también hay preocupación. La venta forzada de Credit Suisse a su rival UBS respondió a una fuerte corrida de depósitos a raíz de la crisis estadounidense. No obstante, Credit Suisse venía arrastrando problemas y encendiendo alarmas, más allá de la materialización del riesgo de tasas de interés.  

Esta saga ha puesto nuevamente sobre la mesa la tensión en la conducción de la política monetaria, en cuanto al balance entre la contención de la inflación y los riesgos sobre la estabilidad financiera. Hasta ahora, los bancos centrales han optado por proseguir con el aumento de tasas, y, a la par, se habla sobre cambios en la regulación y mecanismos de liquidez para manejar episodios como el reciente.  

Esto será posible en tanto no materialice un escenario de carácter sistémico que obligue a los bancos centrales detener el alza en las tasas para garantizar la estabilidad financiera. Después de todo, sin estabilidad financiera tampoco es posible hacer política monetaria.   

Frente a la elevada incertidumbre que persiste, la banca está endureciendo preventivamente las condiciones de crédito y la confianza del sector privado ha cedido. Esto por sí mismo está sesgando a la baja el débil pronóstico de crecimiento global para este año.  

Una crisis financiera de mayor profundidad y alcance, sin duda, daría al traste con el escenario de aterrizaje suave—control de la inflación con moderación del crecimiento—empujando al mundo a una nueva recesión.  

Es muy difícil pronosticar la ocurrencia y oportunidad una crisis financiera. Las fragilidades bancarias a veces se identifican demasiado tarde o, como ocurrió en marzo, los incendios logran controlarse.  

Pero es igualmente difícil pensar que, en un mundo altamente endeudado el aumento de las tasas de interés no genere accidentes en el camino. Los accidentes ocurrirán. Solo que desconocemos su magnitud, potencial de contagio o si podrán contenerse antes de llegar a una nueva crisis global. 

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Autores:
Adriana Arreaza
Adriana Arreaza

Gerenta de Conocimiento y Directora de Estudios Macroeconómicos, CAF- banco de desarrollo de América Latina