“Es la productividad, ¡estúpido!”

21 de julio de 2023

Por décadas, América Latina y el Caribe no ha logrado converger a los niveles de ingreso por habitante de los países desarrollados. En particular, en promedio, el ingreso por habitante en la región no ha superado el 30% del equivalente en Estados unidos 

Esta falta de convergencia se debe a que crecimiento en la región ha sido lento y, en consecuencia, insuficiente para cerrar la brecha con respecto a las economías avanzadas. 

En palabras del premio Nobel de Economía Paul Krugman, la productividad no lo es todo, pero en el largo plazo es casi todo. Detrás de los bajos niveles de crecimiento, la región enfrenta un problema de baja productividad. La productividad no es otra cosa que la manera en la que combinamos los factores de producción— capital físico y natural, y trabajo—para producir bienes y servicios.    

Los países que han logrado un crecimiento sólido y sostenido en el tiempo lo han hecho, precisamente, mediante ganancias de productividad. El ejemplo ampliamente conocido y citado en la literatura es el de las economías del sureste asiático. 

No es este el caso de América Latina. El crecimiento en la región ha sido impulsado por la acumulación de factores de producción, principalmente, inversión y trabajo, más que por ganancias de productividad. 

¿Pero qué nos hace ser menos productivos? Pues la evidencia apunta a que las brechas de productividad se encuentran presentes en todos los sectores económicos. En otras palabras, depende menos de qué producimos y más de cómo lo producimos.  

Y es que cuando ponemos la lupa en los sectores, subsectores y hasta las empresas, lo que encontramos es que la empresa promedio en la región es menos productiva que la empresa promedio en el mismo sector en las economías avanzadas 

Los sectores económicos donde hay una mayor presencia de empresas y trabajadores informales suelen presentar las mayores brechas de productividad. Esto ocurre porque las empresas informales tienen escalas sub-óptimas, tienen menos acceso al crédito e innovan poco. 

Pero el problema no solo se circunscribe a que muchos trabajadores se emplean en empresas informales. Las empresas formales en América Latina y El Caribe también son menos productivas que sus pares en los mismos sectores en las economías avanzadas. 

¿Y qué hace que las empresas sean menos productivas en la región? Nuestras empresas formales contratan a menos personas en la región. En otras palabras, no crecen. En consecuencia, en la región hay un menor número de empleados asalariados y un mayor número de autoempleados. Entre estos últimos, muchas veces no se trata de una elección, sino que en realidad preferirían estar empleados.  

Las decisiones de ser empresario, autoempleado, empleado, formal o informal o informal resultan de la combinación de las capacidades de los individuos y del entorno que enfrentan para trabajar o iniciar un emprendimiento.  

Las capacidades dependen en buena medida de la educación. A juzgar por los pobres resultados de algunas pruebas que miden las habilidades matemáticas y de lenguaje de los jóvenes en la región, por ejemplo, hay trabajo por hacer para cerrar las brechas de educación y la pertinencia de esta. Estas deficiencias también se extienden a las habilidades socioemocionales que, conjuntamente con las habilidades cognitivas, son esenciales para empleos más productivos y mejor remunerados 

Las capacidades pueden fortalecerse a través de políticas públicas que mejoren las oportunidades e incentivos para formación a lo largo de la vida de las personas, desde el entorno familiar y la primera infancia, la educación básica, técnica y avanzada, y la formación en el trabajo, entre otras.  

Más allá de las capacidades individuales, el entorno económico condiciona las decisiones de emprendedores y trabajadores. Si invierto, ¿tendré los retornos que hagan rentable mi inversión? ¿El entorno macro es lo suficientemente estable para hacer más predecibles mis retornos? ¿Tengo seguridad jurídica sobre la apropiabilidad de esos retornos? ¿Es fácil emprender o hay barreras que dificultan la entrada de nuevas empresas más innovadoras a competir? ¿Es fácil contratar trabajadores, o es tan costoso que prefiero contratar informalmente? ¿Encuentro los trabajadores con las habilidades que necesito? ¿Existe la infraestructura y los servicios necesarios para acceder a los insumos que requiero para producir y luego comerciar?   

En nuestra región, estas preguntas no suelen tener respuestas positivas. Su trasfondo es institucional y sus soluciones complejas técnica y políticamente. Se trata los arreglos que demarcan las relaciones entre las personas, condicionando las decisiones de trabajadores y emprendedores.  

Pero sin trabajar en lo básico para fortalecer las capacidades individuales y las instituciones que modelan el entorno productivo, y que, al final del día, determinan la productividad, es difícil lograr que las grandes tendencias globales del momento (nearshoring, inteligencia artificial, explotación del litio, auto electrificación) conduzcan a un salto transformacional para la región en términos de crecimiento y desarrollo.  

Para realmente aprovechar estas oportunidades y dar ese salto productivo es indispensable avanzar en una agenda de políticas públicas transversales y sectoriales para cerrar las brechas estructurales que limitan la inversión y, claro, la productividad.    

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Autores:
Adriana Arreaza
Adriana Arreaza

Directora de Estudios Macroeconómicos de CAF